Los principios de No Intervención y Libre Autodeterminación de los Pueblos son dos ejes torales que distinguen a nuestra política exterior mexicana, que le han ganado el respeto a México en la comunidad internacional y que a lo largo de la historia le han permitido construir a nuestro país un dique de contención moral y política, válgame la expresión, en la relación siempre compleja con nuestro vecino del norte que resulta ser la primera potencia del mundo y que con ese carácter se ha expresado y se sigue manifestando en todo el Continente Americano: Estados Unidos de América. La prevalencia de los intereses del Tio Sam en esta región del mundo han sido determinantes y siempre han atendido a un modelo ideológico y de desarrollo que el gobierno americano impulsa (y a veces ha impuesto por la fuerza de las armas) a nivel global. Por ello es importante lo que Marcelo Ebrard nos dice sin ambages en su libro El Camino de México cuando afirma que “en Latinoamérica el intervencionismo sigue” (pág. 259), y lo refiere en ocasión del golpe de Estado en Bolivia -consumado a mediados de noviembre de 2019- narrando cómo y porqué se acudió al rescate del presidente Evo Morales y sostiene las razones de fondo en la tesis de que “el ADN, la genética, de nuestra política exterior tiene como primera definición la no intervención” (pág. 257).
Respetuoso y promotor del principio de la Libre Autodeterminación de los Pueblos, el gobierno mexicano felicitó el proceso democrático en el que fue electo el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei. Hace apenas cuatro meses, el domingo 19 de noviembre del año pasado, el ultraderechista Milei ganó las elecciones para presidente de la República de Argentina con más de 10 puntos de diferencia (56% vs 44%) sobre su opositor del partido gobernante Sergio Massa y bajo las siglas de “Libertad Avanza” prometió en campaña al electorado argentino reducir los programas sociales, eliminar miles de empleos de la burocracia, dolarizar la economía, eliminar el Banco Central, privatizar las empresas públicas y poner fin a las indemnizaciones por despidos. Ese modelo conceptual de desarrollo que Milei propone fue ampliamente felicitado por Donald Trump el día de su triunfo en un video difundido en su red social Truth (que significa “Verdad” en español) en el que le dijo textualmente que “todo mundo estaba mirando y estoy muy orgulloso de usted…. Darás un giro a tu país y harás que Argentina vuelva a ser grande”. El lema de campaña de Donald Trump fue “Make America Great Again” (Hagamos que América vuelva a ser grande) y ahora lleva el concepto hasta el cono sur del continente y le dice a Milei “Make Argentina Great Again” (Has que Argentina vuelva a ser grande”). Intentar exportar e imponer el modelo de desarrollo norteamericano a rajatabla, sin miramientos ni consideraciones éticas, políticas o diplomáticas es una experiencia que ya hemos padecido en todo Latinoamérica y que en el siglo pasado tuvo episodios trágicos de violencia, guerras civiles, golpes de Estado e invasiones militares. Por lo tanto, el “Make Latinoamérica Great Again” en sus términos se constituye en una amenaza real a nuestra soberanía y a nuestro futuro.
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Podemos estar o no de acuerdo con el estilo personal de gobernar de AMLO y pueden o no gustarnos algunas de sus decisiones, pero ante lo que está sucediendo en EEUU y la posibilidad de que arribe al poder de nueva cuenta Donald Trump y lo que estamos verificando en el realineamiento de la derecha continental, es fundamental que todos tengamos claro que el gobierno mexicano encabezado por Andrés Manuel López Obrador sigue una orientación política e ideológica de carácter social que deviene de un proceso histórico de lucha por la soberanía nacional. Todos queremos que nuestras naciones sean grandes, podríamos compartir el lema de que “México Vuelva a Ser Grande” (así solo, en español) pero sí, y solo sí, sobre una concepción que atienda a nuestros orígenes, a nuestra historia, a las realidades y problemas de nuestra sociedad heterogénea, diversa y pluriétnica.
Sin duda hay muchos problemas que resolver en México y lo tenemos que hacer en unidad pasada la elección presidencial. La candidata Claudia Sheinbaum propone construir el segundo piso de la Cuarta Transformación sobre los principios políticos, económicos y sociales que inspiran a la 4T y que son los de atención especial a los pueblos indígenas; acabar con la corrupción y los privilegios; justicia social basada en las necesidades populares; distribución equitativa del ingreso y la riqueza; disminución de la pobreza; programas sociales en favor de la población desfavorecida; la recuperación del papel del Estado en la rectoría de sectores de la economía; alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna, y; que el pueblo sea libre y democrático. Esto es lo que en esencia defiende la candidata de la Coalición “Sigamos Haciendo Historia” de los partidos Morena, PT y PVEM, Claudia Sheinbaum, y es lo que se contrapone con otras concepciones como la de Xóchitl Gálvez que representa al PRI, al PAN y al PRD en México, que va en la misma dirección de la ultraderecha de Javier Milei en Argentina.
El 2 de junio al ejercer su derecho al voto libre, secreto y directo el pueblo de México ejercerá su Libre Autodeterminación y estaremos vigilantes de la No Intervención de cualquier gobierno extranjero. Como nación soberana que somos, hagamos nuestra propia historia de grandeza con un modelo de desarrollo social que cumpla sus metas. Las alternativas están a la vista, la decisión la tiene el pueblo de México en sus ciudadanos. Yo me quedo con la que ética, moral y políticamente me parece la mejor para nuestra nación y que es la de la 4T con Claudia Sheinbaum al frente.