Maravillas Mexicas llegan a París

La muestra Mexica: Ofrendas y dioses del Templo Mayor, considerada «sin precedente en la historia de la Arqueología Mesoamericana», será exhibida en el Museo Quai Branly Jacques Chirac del 3 de abril al 8 de septiembre

La ciudad de París se alista para recibir la magna muestra Mexica: des Dons et des dieux au Templo Mayor (Mexica: Ofrendas y dioses del Templo Mayor), considerada por sus organizadores sin precedente en la historia de la arqueología mesoamericana, al revelar algunos de los más espectaculares descubrimientos realizados en los casi 46 años de trabajos de rescate e investigación en el centro ceremonial de la antigua ciudad prehispánica de Tenochtitlan.

La muestra es resultado de un proyecto binacional a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de México, y el Museo Quai Branly Jacques Chirac, de Francia, donde será exhibida del 3 de abril al 8 de septiembre de 2024, como parte de la participación cultural mexicana con motivo de los Juegos Olímpicos que tendrán lugar en la capital gala del 26 de julio al 11 de agosto.

Está conformada por 500 piezas –entre esculturas, máscaras, restos animales y objetos funerarios, rituales, bélicos y ornamentales– la mayoría provenientes del Proyecto y el Museo del Templo Mayor (369), así como de otros recintos museísticos mexicanos, entre ellos el Nacional de Antropología, el de Antropología e Historia del Estado de México y el Nacional de Historia, por mencionar algunos. De igual manera, se presentarán piezas del acervo del Museo Quai Branly (66).

Según Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor (PTM) del INAH y comisario por el lado mexicano de la exposición, ésta permitirá al público europeo y de otras latitudes adentrarse o ampliar su conocimiento sobre el imperio mexica, sobre todo en lo concerniente a su pensamiento y algunas de sus prácticas rituales, en particular las relacionadas con las ofrendas.

De igual manera, señala el arqueólogo en entrevista con La Jornada, servirá para desmitificar esa cultura prehispánica y evitar los clichés que la asocian casi de forma exclusiva con las sacrificios humanos.

“Decir mexica es, para muchos, referirse a ‘salvaje sacacorazón’, y eso es incorrecto, porque se reduce a sociedades de la historia de la humanidad a un prejuicio que puede ser positivo y, en el caso de nuestra civilización, totalmente negativo. Cuando grandes televisoras como Discovery Channel o National Geographic entrevistan a quienes trabajamos en el Templo Mayor, sólo quieren saber del sacrificio humano, cómo es que nuestros antepasados sacaban corazones”, agrega.

Claro que los mexicas practicaban el sacrificio humano, tenemos todas las evidencias; pero también lo hacían los mayas, los teotihuacanos, los olmecas; la cultura moche, en Perú, y así en todo el mundo antiguo, como en Sudán y China. Lo que pasó es que al llegar los españoles (en el siglo XVI), la idea del sacrificio humano sirvió de pretexto para la Conquista y la colonización. Entonces, los mexicas pasaron a la historia como sacrificadores.

López Luján aclara que la muestra sí abordará ese tema, pero precisa que su principal finalidad es expresar cuál es la visión del cosmos, del universo para el pueblo mexica y la relación que tenían con sus dioses a partir de rendirles tributo e intentar obtener favores a cambio mediante ofrendas.

Acota que ésta es la primera ocasión que una exposición de esta naturaleza no hace referencia a los aztecas, sino a los mexicas, que es su nombre correcto, aclara: La nueva tendencia en el mundo es llamar a los pueblos de la manera como ellos se llaman a sí mismos. Los mexicas se denominaban de esa manera.

El arqueólogo precisa que desde el comienzo de los trabajos en Templo Mayor, en 1978, se han descubierto 209 ofrendas, aspecto en el que ninguna de las otras grandes zonas de Mesoamérica, como Palenque, Monte Albán o Teotihuacan, pueden rivalizar, en número y en riqueza.

Explica que esos vestigios se caracterizan por ser cajas de piedra o cavidades excavadas dentro de los edificios o bajo los pisos de la plaza, cuyo interior está repleto de toda suerte de regalos que se hacen a los dioses: minerales, plantas, animales, seres humanos y objetos culturales, como se denomina a lo elaborado por personas.