La unidad y los ganadores en Estado de México y Coahuila

Para aquellos que les gusta el análisis político y para aquellos que saben de la importancia de encontrar las explicaciones necesarias para tratar de entender las dinámicas que presentan los procesos electorales actuales, me permito poner a su consideración un tema fundamental de lo sucedido en las elecciones estatales en el Estado de México y en Coahuila ayer domingo 4 de junio: LA UNIDAD COMO CONDICIÓN BÁSICA DE TRIUNFO.

Me parece importante empezar por tratar el tema de los procesos de selección de candidatos que tuvieron los dos partidos dominantes en las coaliciones en competencia.

Tanto Morena como el PRI (y sus aliados respectivos) procesaron sus decisiones para elegir y postular a sus candidatos y candidatas tratando de consolidar su unidad interna sabedores que esta es un elemento crucial para salir a la competencia y ya sea consolidar las tendencias de los personajes en cuestión o para fortalecer a la marca preponderante.

En el caso del Estado de México, Morena logró consolidar su unidad haciendo arreglos con cargos dentro del organigrama de campaña de Delfina Gómez para los que no pudieron lograr la postulación y ”repartir el pastel”.

Así se fueron acomodando en el camino y aunque había muchas suspicacias, el factor de la unidad operó para lograr el triunfo.

Ahora se verá si los compromisos que seguramente hicieron se cumplen, pero eso ya es otra historia.

El punto es que lograron la unidad necesaria o construyeron la mayor unidad posible y eso dio resultados positivos.

En el caso de Coahuila sucedió lo mismo pero con el PRI y con su candidato Manolo Jiménez. 

También pudieron aprovechar ese factor básico e intrínseco para el triunfo que es la unidad interna y finalmente lograron un triunfo de manera clara y contundente.

Ahí en Coahuila Morena sufrió como marca una de sus más estrepitosas derrotas, pero cuando llegó el día de la elección no sucedió nada que no se supiera con mucha antelación.

La candidatura del senador Armando Guadiana había nacido herida de muerte por la división que generó el proceso de encuestas mal llevado por la dirigencia nacional de ese partido que encabeza Mario Delgado.

Recordemos que Ricardo Mejía compitió y se inconformó por el resultado de las encuestas internas que llamó “amañadas” y que terminó buscando refugio en otras siga las partidarias para competir.

Mejía argumentaba que él tenía sus propias encuestas y que esas le daban a él la ventaja sobre Guadiana.

Más allá de que tuviese o no razón, lo importante son los hechos y son los resultados.

Tanto Mario Delgado como Ricardo Mejía terminaron siendo los sepultureros de Morena en Coahuila.

Esa factura es de esas que se cobran muy pronto.

Pero un factor adicional que es interesante advertir en el análisis es el siguiente: si la marca Morena estaba tan fuerte en todo el país, porqué solo funcionó su preponderancia en el Estado de México y no en Coahuila.

Siendo que en Coahuila al final Mario Delgado y el poder central logaron en un acto vergonzoso “doblar” a las dirigencias nacionales de los partidos PT y PVEM para que “desconocieran” a sus candidatos registrados.

La respuesta es muy sencilla: la unidad era maquillada. No era real.

Por tanto, una unidad mal construida, una unidad mal procesada, te lleva a la vulnerabilidad y en muchos casos a la derrota.

En Palacio Nacional deben estar muy contentos con el triunfo de Morena en el Estado de México pero estoy seguro que también están muy molestos por la derrota estrepitosa sufrida en Coahuila.

Conclusión para Morena: En el proceso que viene de selección de candidato presidencial, si no se construye la unidad real, el futuro será impredecible.

No importando lo fuerte que este la marca.