El Real Madrid volvió a perder el segundo partido del playoff ante el Partizán, esta vez por 80-95, y ante la ausencia de Walter Tavares, por lesión, demostró que no hay plan B, en un partido que quedó sin terminar cuando a 1.40 del tiempo reglamentario hubo una trifulca generalizada entre los dos equipos.
A falta de 1.40 para el final (80-95) hubo una trifulca, por llamarlo de algún modo, en el que se vieron involucrados los dos banquillos y que se saldó, después de varios combates de artes marciales por parejas y grupos, y después de más de diez minutos de deliberación arbitral, con un cónclave entre árbitros y entrenadores que decidió el árbitro principal Radovic dando por finalizado el partido.
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El plan A del Real Madrid duró poco más de tres minutos, los que necesitó el Partizán para marcar un 0-9.
El siguiente plan fue recurrir directamente a la heroica con la entrada en pista de Sergio Llull, que no jugó en el primer partido, y de Vincent Poirier, operado de apendicitis el pasado 6 de abril y que no había completado una sesión de entrenamiento completa.
El equipo serbio dominó el rebote, y el Madrid no dio con la tecla para que su defensa fuera eficaz, más allá de echarle ganas al asunto. Con Kevin Punter más vigilado, fue Dante Exum el que tomó el relevo anotador.
En el Real Madrid, la entrada de Mario Hezonja y Rudy Fernández fue fundamental para que el Partizán no rompiera definitivamente el partido. Al final del primer cuarto, 21-31.
El Real Madrid pareció salir con otro aire en el segundo acto, con más presencia defensiva y con más energía, lo que se tradujo en un parcial de 7-0 en los primeros 3 minutos, 28-31 y que pareciera que el equipo español por fin había dado con la fórmula para afrontar el partido con garantías.