Nuevos hallazgos confirman que la aterosclerosis es una enfermedad autoinmune de células T

Investigadores de Alemania, Estados Unidos y China hicieron una experiencia con ratones y células humanas, y detectaron que algunos tipos de células T se dirigen a la pared arterial

La aterosclerosis es una enfermedad inflamatoria crónica prototípica de las arterias. Su sello patológico es la placa aterosclerótica en la parte interior de las arterias. Cuando las placas se rompen, provocan infartos o accidentes cerebrovasculares. Se ha identificado que las principales células inmunitarias innatas participan en la aterosclerosis.

Además, diversos subtipos de células T, promueven o atenúan la enfermedad, según investigaciones hechas en ratones.

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Sin embargo, las preguntas centrales de la inmunidad de las células T en la aterosclerosis siguen sin respuesta: en particular, no se sabe aún si las respuestas de las células T asociadas a la aterosclerosis se llevan a cabo en la circulación, en los órganos linfoides secundarios (SLO), en las placas íntimas y/o en la arteria adventicia.

Bajo este paradigma un equipo de trabajo que incluye especialistas de Ludwig Maximilians University de Munich, Alemania, del Primer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-sen, Guangzhou, China, y la Universidad de Augusta, en Estados Unidos, ha llevado adelante una investigación, recientemente publicada en Nature, confirmó que la aterosclerosis es una enfermedad autoinmune de células T, y, además, comenzaron a develar pistas del proceso.

Las células T participan en enfermedades inflamatorias irresolubles tan variadas como cánceres, enfermedades infecciosas, cerebrales degenerativas crónicas, autoinmunes y cardiovasculares. La inmunidad de las células T se controla estrictamente en múltiples puntos de testeo de tolerancia para evitar lesiones autoinmunes.

“Nuestros datos respaldan la posibilidad de que la tolerancia de las células T periféricas en la aterosclerosis pueda verse interrumpida en múltiples puntos de control clave en formas específicas del tejido y del subtipo de células T —explicó Andreas J. R. Habenicht, uno de los principales autores del documento y especialista de Ludwig Maximilians University—.

Además, nuestras conclusiones brindan una visión integral de los posibles mecanismos de la degradación de la tolerancia periférica en la aterosclerosis en etapa tardía y, por lo tanto, brindan un plan sólido para caracterizar la aterosclerosis como una enfermedad autoinmune impulsada por las células T que se asocia con la disfunción de la tolerancia”.

A medida que los datos actuales amplían la comprensión de un aspecto subestimado de la aterosclerosis, pueden surgir múltiples objetivos de futuras intervenciones terapéuticas, incluida la restauración de los puntos de control de tolerancia y la terapia de células T.

“Los desafíos para el trabajo futuro implicarán intervenir experimentalmente en ratones y estudios clínicos humanos para determinar qué puntos de control de tolerancia afectan la progresión de la aterosclerosis de manera similar a los estudios que se han realizado en diversas formas de cáncer humano —siguió Habenicht—.

Además, es posible que en el futuro se descubran nuevos puntos de control de tolerancia inmunológica no descritos aún por nuestros hallazgos”.

Los científicos indicaron en su documento que aún existen impresiones si las células T que se infiltran en la placa, reconocen los autoantígenos relevantes para la enfermedad de la aterosclerosis. “Es una de las cuestiones centrales no resueltas en la aterosclerosis —afirmó Habenicht—.

Aunque nuestro enfoque aún no identificó los puntos autoinmunes relevantes, nuestros datos proporcionan un plan tangible para el futuro para identificarlos, ya que hemos definido tres subconjuntos de células T diversos con funciones distintas en la respuesta inmune de la aterosclerosis”.