Está mal la autoridad municipal, no los estudiantes

Sabemos que las autoridades, del nivel que sea, se incomodan cuando la sociedad protesta.

Gilberto Aparicio Valerio

La Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR), por mi conducto en calidad de dirigente estatal en SLP, agradece a los columnistas que tuvieron a bien escribir dando cuenta de la marcha que los estudiantes agrupados en nuestra federación realizamos a la Unidad Administrativa, sede del gobierno municipal, el martes 31 de enero, para solicitar la solución a nuestras demandas que, desde hace mucho tiempo, le planteamos a esta autoridad, y cuya solución se ha ido aplazando interminablemente, sin que hasta el momento, ¡ojo!, hayamos sido cuando menos atendidos por quien en su momento hizo compromiso de hacerlo, el presidente Enrique Galindo Ceballos.

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Alguno de ellos, seguramente, de muy buena fe nos recomiendan, a los estudiantes, no acudir a la sede gubernamental en tono de protesta, sino a pedir de “buena manera” para que se nos atienda y resuelva, pues es la “forma” en que podemos ser escuchados por la autoridad.

Sin embargo, debe saber la opinión pública que, si marchamos, es porque ya antes hay un sin número de antesalas, solicitudes de audiencia, reuniones en que se nos deja plantados o se cancelan de última hora, y hay cero soluciones. Por eso, cansados del ninguneo, del maltrato, de la falta de seriedad por parte de la autoridad, del incumplimiento de los compromisos, pero, sobre todo, por el nulo respeto mostrado a nuestro derecho a contar con las condiciones necesarias para la educación nuestra como jóvenes estudiantes, es que no hemos tenido otra alternativa que hacer uso de otro de nuestros derechos, que es el de la libre manifestación.

Sabemos que las autoridades, del nivel que sea, se incomodan cuando la sociedad protesta, pero creemos que el constituyente del 17 plasmó esta garantía entre las primeras de la constitución, casi junto con la de la educación, porque intuyó que no bastaba con que existiera la ley que obliga al Estado como “ente encargado de garantizar el buen desarrollo de la sociedad” a realizar acciones concretas para hacer alcanzable este objetivo, sino que era necesario también el mecanismo “efectivo” para que la sociedad pudiera incidir en el ”ánimo” del Estado que lo impeliera a cumplir con todos los preceptos asentados en la ley, y ese es, sin duda, el fundamento del derecho de petición, de organización y de manifestación, cuyo ejercicio concreto no tienen por qué ser visto como malas prácticas, o formas incorrectas o molestas, mucho menos como una falta de “respeto a la autoridad”, sino más bien como un ejercicio sano de la vida institucional y democrática, como la interacción necesaria entre gobernados y gobernantes, pues no vivimos, cuando menos hasta ahora, bajo un régimen autocrático, aunque eso se pretenda o anhele desde las altas esferas del poder, como el gobierno federal.

Es decir que los que están mal nos somos los estudiantes pobres que demandamos atención y soluciones a nuestros gobernantes haciendo uso de nuestro derecho a la manifestación, sino las autoridades municipales que no sólo no cumplen con su deber establecido claramente por el artículo tercero constitucional en su párrafo primero, que dice textual que “Toda persona tiene derecho a la educación” y que “el Estado –Federación, Estados, Ciudad de México y Municipios- impartirá y garantizará la educación…”, sino que además se burla de los acuerdos y compromisos contraídos con anterioridad y encima nos niegan el derecho de audiencia con el señor presidente, el cual seguramente ha sido mal informado por sus subalternos.

De cualquier modo, agradecemos el “consejo” que nos brindan los señores columnistas, pues nos da la oportunidad de poner en claro las cosas, de explicarle a la opinión pública que pudiera confundirse y creer que marchamos por intransigentes o irreflexivos, llevados de nuestro natural ímpetu juvenil. Sépase que no es así, sino todo lo contrario, pues somos estudiantes estudiosos, de los de a deveras, que estamos plenamente conscientes, como he tratado de demostrarlo con mis argumentos. Por eso, no cesaremos en nuestra lucha hasta que tengamos respuestas positivas por parte de las autoridades, es decir, las soluciones concretas a nuestras demandas las cuales están fincadas en derecho, en justicia y en la razón.

¡Que viva la lucha de los estudiantes! ¡Que viva la FNERRR!