Quién fue San Silvestre, el último «santo» del año y primer papa «legal» del cristianismo

Durante los primeros siglos del cristianismo, la nueva religión de los seguidores de Jesús no era bien vista. Los primeros cristianos rezaron bajo tierra y, no pocas veces, fueron perseguidos y asesinados por soldados romanos.

Esto se debe a que los cristianos no adoraban al emperador, tenían otro tipo de rey y también se negban a servir en el ejército.

Fue a través de su habilidad política que el emperador Constantino (272-337), con Roma en un contexto de decadencia, promulgó, junto con el emperador Licinio (250-325), el Edicto de Milán, poniendo fin oficialmente a la persecución religiosa.

Al año siguiente, en 314, un nuevo Papa se convirtió en dirigente de la Iglesia: Silvestre (285-335). La primera vez, por tanto, que el cristianismo ya no era una religión clandestina.

No obstante, para entonces el cristianismo había tenido varios líderes no reconocidos por las autoridades romanas y que se remontan a Pedro, el discípulo de Jesús considerado por la Iglesia como el primer papa.

Pero, ¿qué se sabe de este hombre? Poco se conoce y la información en ocasiones se confunde con leyendas, como es habitual en el caso de santos y personalidades religiosas.

El papa del oficialismo cristiano

Nacido en Roma, Silvestre fue papa desde el 31 de enero de 315 hasta el 31 de diciembre de 335. En todo ese tiempo, el emperador fue Constantino.

En otras palabras, fue «obispo de Roma en un período de gloria para el cristianismo», dice Mirticeli Medeiros, investigadora sobre la historia del catolicismo en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Como recuerda la académica, Constantino fue «el emperador que convirtió el cristianismo en una religión legal».

Esta situación convirtió a Silvestre en un papa «muy romano», explica Filipe Domingues, doctor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y subdirector del Centro Laical de Roma.

«Fue el papa de la era de Constantino, es decir, el primer papa de una Roma muy notable, una Roma cristiana, donde los cristianos no fueron perseguidos», dice Domingues.

«No fue un Papa que logró muchas cosas porque en ese momento el emperador tenía un gran poder de decisión», agrega.

«[Silvestre] fue el pontífice que luchó contra las primeras herejías de la Iglesia», añade Medeiros. «Su memoria también está ligada a las primeras basílicas construidas por Constantino en Roma y ​​a la leyenda de la famosa ‘Donación de Constantino’, un documento falso, atribuido a su autoría, que sirvió para justificar las tierras que estaban bajo el dominio del papa en la Edad Media y que habría sido transmitida por Constantino a Silvestre «, detalla el experto.

Sí, había un documento falsificado que justificaba la posesión de tierras de la Iglesia que dieron origen al Vaticano -mucho más grande que el área ahora ocupada- como donación de Constantino a Silvestre.

Thiago Maerki, de la Universidad Federal de Sao Paulo, subraya que «sabemos poco sobre la figura histórica de San Silvestre, ya que, como es habitual en la vida de los santos hasta la Edad Media, los hechos se mezclan con elementos legendarios».

Para el académico, estas ausencias pueden haber ocurrido porque, como estos concilios fueron convocados por el emperador Constantino, «Silvestre pensó quizás que debían ser presididos por los obispos locales, como era costumbre en la Iglesia en ese momento».

Este es un punto importante: como obispos de Roma, los papas de la época fueron considerados los sucesores de Pedro, pero no tenían un poder jerárquico sistematizado como en la Iglesia católica contemporánea.

La conversión del emperador

Hay otra historia vinculada a la biografía de Silvestre, con los contornos de una leyenda. «Habría sido Silvestre quien bautizó al emperador Constantino en su lecho de muerte», dice el investigador Medeiros.

«Pero hay controversia sobre este hecho en particular. Las fuentes que tenemos a nuestra disposición discrepan sobre lo sucedido. Se cree que fue, de hecho, una herramienta de propaganda para construir la imagen de un buen cristiano [el emperador]», explica Medeiros.

Maerki clasifica el episodio, en el que se dice que Silvestre fue «responsable de la conversión de Constantino», como una «narración legendaria tradicional».

Domingues recuerda que «los historiadores tienden a decir que la conversión de Constantino fue mucho más un acto político que un acto religioso».

El hecho indiscutible es que, con la conversión de Constantino, de corazón o simplemente por interés político, Roma comenzó a experimentar un periodo de tranquilidad.

«[Entonces, Silvestre] es el papa que presenció el fin de la persecución de los cristianos, determinada por Constantino con su conversión al cristianismo, un periodo en el que se instauró la paz», contextualiza el investigador y estudioso de la vida de los santos José Luís Lira, fundador de la Academia Brasileña de Hagiografía y profesor de la Universidad Estatal de Vale do Acaraú.

Pero si tanto el relato de la conversión de Constantino como la entrega de las posesiones romanas a la Iglesia son leyendas, la relación pacífica de Silvestre con el imperio es la explicación de muchas mejoras cristianas.

«Silvestre tenía fama de haber sido una muy buena persona para normalizar la fe de la Iglesia y recuperar el cristianismo en un proceso de pacificación de la religión en Roma», afirma Domingues.

«Puede que no sea cierto que Constantino ‘entregó todo’ al papa, pero parece que sí entregó mucho», señala. Prueba de ello es que importantes iglesias de Roma tuvieron sus sedes originales construidas en la época.

Un santo de antaño

«Por todo ello, su pontificado fue muy importante para la Iglesia», subraya Domingues. El vaticanista recuerda que esta importancia está presente en el imaginario romano, con varias obras alusivas a este religioso.

«Está en muchos mosaicos, en mucho arte romano porque representa precisamente este periodo de conversión, la transición de la Roma no cristiana, cuando los cristianos fueron perseguidos y los primeros santos fueron todos mártires, a una Roma donde se legalizó el cristianismo, luego institucionalizado «, puntualiza.

«Antes de Silvestre, las ‘iglesias’ no existían, los cristianos rezaban en casas, en lugares apartados. Es durante este período que comienzan a construirse», enfatiza.

Su canonización, es decir, el proceso que lo reconoció como santo, quedó fuera de los protocolos vigentes de la Iglesia, creados mucho después de su vida. Silvestre ya aparece en la primera versión del martirologio romano, publicado en 1583, el libro en el que están inscritos los nombres de los santos.