La democracia liberal es una forma histórica del Estado

Segunda y última parte

Creí necesario recordar y precisar todo esto porque, aunque el discurso del presidente López Obrador no es suficientemente claro ni coherente, se puede afirmar que, basado en la supuesta separación de poderes que, según él, es ya un hecho, está tomando medidas muy agresivas en contra de los intereses del capital, en contra de los inversionistas, para combatir la corrupción privada; y está lesionando gravemente los derechos salariales y la seguridad en el empleo de miles de funcionarios de su administración para combatir la corrupción pública.

Está introduciendo reformas a las leyes existentes y creando nuevas, que impidan, según piensa él, el retorno de las viejas prácticas de gobierno aún en el caso de que tenga que dejar el poder de la nación. Quiere asegurarse, dice, que todo el dinero que se logre ahorrar con el combate a la corrupción y con un gobierno austero, se canalice íntegro a un sector de las clases pobres previamente seleccionado por él, a través de programas de transferencia de dinero en efectivo directamente a la gente, sin intermediarios ladrones que se quedaban antes con parte del recurso. Así pretende acabar con la desigualdad y pobreza.

Ha creado leyes que conculcan los derechos civiles y políticos de los ciudadanos; ha incrementado el número de delitos que merecen prisión preventiva; ha elevado desproporcionadamente las penas para los delitos de corrupción, defraudación fiscal y facturación falsa; ha violentado el derecho de propiedad arrogándose la facultad de confiscar los bienes de un acusado antes de que sea declarado culpable, y otras acciones por el estilo.

Armado con estas leyes arbitrarias, ha desatado una cacería de brujas en contra de quienes considera enemigos de la 4ªT, acusándolos de corrupción, naturalmente. Ha desencadenado una ola de venganzas contra quienes no le fueron adictos durante su campaña a la Presidencia, sin importar la atmósfera de terror y malestar que está sembrando por todo el país. Muchos medios importantes han dado pelos y señales sobre los verdaderos motivos que se esconden detrás de cada una de estas acciones.

Y ahora va contra la división de poderes, piedra angular de la democracia liberal. El Presidente ha busca obtener la facultad legal de modificar el presupuesto de gastos de la Federación aunque haya sido ya discutido y aprobado por el poder legislativo. Se pretende que un poder soberano abdique voluntariamente sus funciones sustantivas en beneficio del Ejecutivo.

Es un torpedo en contra del modelo de República democrática y federal fundado por don Benito Juárez y la generación de la reforma. Pareciera que el Presidente quiere construir un Estado semejante a la “Comuna de París”, que logró convertirse en un aparato de poder mucho más justiciero y eficiente que la democracia burguesa de Francia, concentrando en sus manos los tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Ya dije que la democracia liberal-burguesa ni es perfecta ni es eterna. Ahora añado que, en realidad, jamás ha funcionado de acuerdo con su modelo teórico; siempre ha sido y sigue siendo una fictio juris que sirve para legitimar el poder de la burguesía que domina al mundo.

No nos asusta que alguien la quiera derribar para poner en su lugar al Estado y al gobierno del pueblo trabajador. Pero hay un pequeño detalle: No vemos por ningún lado a ese pueblo en acción; tampoco vemos por ninguna parte al proletariado y su partido guiando al pueblo entero en busca de un cambio radical de la sociedad y del Estado. Lo que vemos es a un solo hombre con pretensiones de iluminado que pretende ocupar, él solo, el lugar del pueblo organizado y en acción.

Los antorchistas no defendemos a rajatabla la imperfecta democracia mexicana, pero sí nos oponemos radicalmente a que sea suprimida para colocar en su lugar a un político cuya capacidad de estadista y cuyo equilibrio emocional no acaban de convencer a la gran mayoría de los mexicanos. Eso es todo.