Cada noviembre, miles de familias a lo largo del país preparan sus hogares para recibir a las ánimas de sus seres queridos
La tradición del altar de muertos es una ofrenda popular que mezcla las costumbres de la época prehispánica en México, con un toque de la religión católica, una mezcla característica de la cultura mexicana que ayuda a los difuntos a encontrar su camino a casa la noche del 2 de noviembre.
Cada noviembre, miles de familias a lo largo del país preparan sus hogares para recibir a las ánimas de sus seres queridos, esta tradición le da un nuevo sentido a la muerte, pues al menos una vez al año, los muertos pueden volver al mundo de los vivos y disfrutar de todo aquello que les gustaba.
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Los altares deben ser de por lo menos dos niveles, representando la tierra y el inframundo, mientras que los más ostentosos se construyen de siete pisos, representando el camino al descanso eterno.
La ofrenda de los altares, como un reencuentro con los difuntos, debe contener distintos elementos que ayuden a los muertos en su regreso a casa y a continuación te decimos cuáles son:
• El agua, fuente de vida, se ofrece a las ánimas para que sacien su sed después de su largo camino y recobrar la fortaleza para emprender su viaje de regreso al Mictlán.
• La sal sirve como un elemento de purificación, para que las ánimas no se corrompan en su camino a casa, pueda regresar a su lugar de descanso y regresar el próximo año.
• Las velas encendidas representan la luz, la fe y la esperanza, el fuego sirve como guía para los difuntos, en diversas comunidades indígenas se enciende una veladora por cada familiar que vendrá de visita. Los colores y las formas importan, la vela morada representa el duelo por la pérdida de un ser querido, mientras que un acomodo en forma de cruz busca orientar a las ánimas.
• El copal e incienso son elementos que ayudan a limpiar la casa de los malos espíritus, evitando así que la ánima corra algún peligro al ingresar a los hogares. Su fragancia purifica el ambiente.
• La flor de cempasúchil es símbolo de festividad, de emoción y alegría por el regreso de los difuntos. Adornan los altares y aromatizan el lugar para que las ánimas sepan a dónde dirigirse y cuando se marchen se vayan contentas. Las flores de alhelí y la nube no pueden faltar por su color, que significa esperanza y ternura, que acompaña a las ánimas de los niños. En muchos lugares se acostumbra poner un camino de pétalos guiando el camino de los muertos, desde los camposantos hasta las ofrendas y de regreso.
• El pan como un ofrecimiento fraternal, este elemento es más utilizado desde una óptica religiosa, al ser “el cuerpo de Cristo”.
• El petate para darle un espacio de descanso a las ánimas, además de que en algunos hogares se usa como mantel para exponer los alimentos favoritos de la ánima que visita.
• El retrato del difunto, si bien no es obligatorio, en algunas comunidades la imagen se postra escondida para que sólo pueda verse reflejada en un espejo, así se da a entender que no se puede ver pero existe.
• Los platillos favoritos de las ánimas, desde frutas, mole, pozole y hasta un buen tequila, los altares deben tener aquello que, en vida, disfrutaba la persona que visita el hogar, una forma amable de recibir a los muertos.
• En el camino de los niños, se coloca un perro izcuintle de juguete, para que las ánimas se sientan contentas de llegar. Este perro ayuda a los pequeños a cruzar el río Chiconauhuapan, el último paso para salir del Mictlán.