Desde hace casi 30 años, Jeremy Mayer ha creado esculturas con piezas de máquinas de escribir
Hace casi 30 años, el escultor Jeremy Mayer desarmó una máquina de escribir. Al hacerlo, descubrió un medio que combinaba la creatividad con su amor por la máquinas vintage. Como la mayoría de las personas de cierta edad, Mayer recuerda haber tenido una máquina de escribir en casa.
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De niño, quedó fascinado con su diseño y movimiento. Ahora, como adulto, sus esculturas, que retratan pájaros de todo tipo, son maravillas estéticas que nos hacen pensar en el pasado y hacia dónde se dirige la tecnología.
Cada escultura está hecha de partes de diferentes máquinas de escribir que Mayer ha coleccionado a lo largo de las últimas décadas. No usa pegamento ni soldaduras; las esculturas son construidas usando los tornillos, tuercas y pernos de la máquina de escribir.
“Todo el proceso es como [usar] bloques de LEGO”, dice. “Mi proceso de estudio consiste en construir un enorme rompecabezas con infinitas combinaciones, usando solo lo que tengo a mi disposición de inmediato. La construcción implica mucho desmontaje y luego montaje de la escultura en curso, ya que las cosas no siempre se quedan unidas o no se ven del todo bien a la primera. Puede ser increíblemente frustrante, pero siempre, en última instancia, gratificante”.
Desde cuervos que mueven la cabeza hasta delicados gorriones que pueden extender sus alas, las esculturas de pájaros de Mayer capturan magistralmente la personalidad de cada animal.
Después de varias décadas de usar máquinas de escribir, una elección que inicialmente fue provocada por su amor por el reciclaje y las finanzas personales, aún encuentra inspiración en ellas. “Elegir esta forma específica de hacer arte y fomentar una relación con una sola máquina”, comparte Mayer, “ha sido un viaje gratificante y en constante cambio”.
Por supuesto, también es muy consciente de que algunos pueden tener reacciones negativas al hecho de que desmonte de estas máquinas, señalando que las personas a menudo hacen las mismas preguntas que él se hizo cuando desarmó su primera máquina de escribir.
Estas preguntas incluyen, “¿alguien debería estar haciendo esto con una máquina tan útil y bellamente diseñada que ya no se produce? ¿Qué pasa con todas las personas que se escribieron entre sí con esta máquina? ¿Cómo puede [él] destruir una máquina que parece estar imbuida de una personalidad? ¿Qué dice esto sobre nuestra relación personal con las máquinas, particularmente a medida que la tecnología y la sociedad avanzan y evolucionan?”.
Pero, como señala Mayer, estas preguntas nos rodean a medida que evolucionamos constantemente y superamos los límites de la tecnología. Esto incluye, entre otros, la IA, el poder de las redes sociales y el ADN programable.
Mayer pregunta: “¿Qué es una máquina? ¿Qué es la vida? Todas estas son preguntas que solo puedo responder haciendo mi trabajo. Todavía no tengo ninguna respuesta, pero siempre siento que me estoy acercando”.