En nuestro país ya no existen las organizaciones sociales que por décadas habían existido.
En México, todos los partidos políticos que por la vía del voto han accedido al poder, engañan a la gente y solo la utilizan en sus campañas electorales para luego asegurar su enriquecimiento y el de las élites a las cuales obedecen.
Este fenómeno va llevando poco a poco a un Estado capitalista policiaco controlado por grupos criminales que se imponen por la fuerza, y a los que les importa un bledo la igualdad de oportunidades en materia económica.
Esa es la realidad.
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¿Por qué ocurre esto en las democracias? Porque la moda impuesta por Estados Unidos en el mundo entero es una política cada vez más permeable a los intereses del imperialismo, vista hacia el exterior del país, y hacia el interior, sirve a las élites, a los más ricos entre los ricos que giran en torno a las transnacionales y al imperio norteamericano.
Ellos son quienes le hacen creer a los electores que su voto “cuenta” para enseguida desconocer los derechos de la gente como la generación de empleos, apoyos al campo, educación laica y gratuita, salud, vivienda popular, obras de infraestructura y servicios públicos y todo lo relacionado con la justicia social para las clases trabajadoras, aunque todo mundo crea y diga que debe ser al revés, pues la verdadera democracia reside en la capacidad del poder para resolver bien y rápido las necesidades y reclamos de las masas populares.
Las élites financieras de la 4T y de los grupos criminales no solo hacen negocio con el capitalismo “de cuates”, también disponen de los recursos del erario público anulando así toda posibilidad de una vida mejor para los ciudadanos.
Y está en marcha, con base en la moda estadounidense impuesta, la cancelación de los derechos constitucionales de organización, petición y de movilización social, prohibiéndolos por la vía de los hechos mediante el uso de la fuerza pública.
En nuestro país y en el planeta entero los gobiernos pro imperialistas se apoyan entre sí para dejar más desamparadas a las masas, impidiéndoles que se organicen, que se manifiesten y que luchen por la solución de sus necesidades, por un lado, y por el otro negándole respuesta a sus demandas con pretextos como “la atención directa y personal”, no al “intermediarismo” ni a las presiones, pues no quieren a la gente en pie de lucha, quieren “mascotas” que se limiten a recibir limosnas y a votar por quien ellos ya decidieron a cambio de programas sociales financiados con sus propios impuestos, lo cual, en la medida en que se repite pervierte aún más la democracia y amenaza con eternizar la política de unos cuantos neofascistas ligados al poder económico y financiero.
Por tanto, cero derechos para las mayorías, cero garantías constitucionales, cero empleos, más pobreza y marginación aquí y allá, y la violencia criminal o la represión política necesaria y generalizada para mantener sometido al pueblo pobre.
Esta interacción ultraderechista entre los gobiernos estadounidense y mexicano explica, en cambio, porqué Estados Unidos le tiene tanta rabia a países como:
Nicaragua, Venezuela o Cuba que son gobiernos patriotas que trabajan a favor de las mayorías y defienden sus recursos naturales y su soberanía, mientras que a López Obrador y a los gobiernos mexicanos anteriores les ha tenido toda la consideración pues le permiten hacer y deshacer.
Así opera el imperialismo neofascista con Estados Unidos a la cabeza contra los pueblos del mundo, ven a la gente como carne de urna en los procesos electorales para luego reducirla a polvo humano viviendo aislada en sus cuatro paredes o en sus trabajos, mientras ellos hacen lo que les venga en gana con el poder, con los recursos naturales, con el erario público y con todas las decisiones.
Alienta saber que Rusia y China son verdaderas potencias económicas y su fortaleza da motivos para pensar que un mundo multipolar es posible, ambos han revolucionado su producción industrial sin invadir a otras naciones y sus estrategias militares son exclusivamente defensivas, pues tienen derecho a vivir respaldando la existencia de un mundo multipolar donde cada nación sea libre de elegir su destino.
El neofascismo, que no es sino la fase agresiva, bestial e irracional del capitalismo, y las filosofías o actitudes que de él se deriven, deben ser repudiadas pues el supremacismo o el desprecio a otros seres humanos es un absurdo para todos los hombres y mujeres que, como seres humanos, somos iguales, aunque muchos arios y anglosajones se crean su insensatez.
En nuestro país ya no existen las organizaciones sociales que por décadas habían existido, salvo honrosas excepciones, a casi todas las ha destruido o desconocido López Obrador pues a él solo le interesaba ser presidente a toda costa y sabía que sin el beneplácito de los norteamericanos no sería posible, por ello procedió a desaparecerlas para que nadie más pueda influir en las grandes decisiones del país, excepto la potencia imperial, tal como se demostró el domingo pasado que el ex presidente de Estados Unidos Donald Trump dijo que amenazó al gobierno de Andrés Manuel López Obrador para implementar “Quédate en México” y presumió sus logros de tropas “gratis” en la frontera sur de nuestro país y el haber “doblado” al gobierno de la 4T.
Queda claro, una vez más, que el presidente es un verdadero siervo de Norteamérica y enemigo furibundo de los pobres y de su derecho de organizarse y decidir los destinos de la nación.