La exposición, que lleva por título Juan O’Gorman y su Casa-Cueva.
La exposición revisa algunas de las obras emblemáticas de este artista como la Casa-Cueva y el Museo Anahuacalli.
La revisión al pensamiento crítico e imaginario del artista y arquitecto Juan O’Gorman a algunas de sus obras emblemáticas, como el Museo Anahuacalli, la Casa Estudio Diego Rivera y la Casa-Cueva destruida en 1969, se basa en una reinterpretación de éstas por artistas como Maribel Portela, Gabriel Macotela, Mauricio Chacón y Juan San Juan en el Museo de Arquitectura, ubicado en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes.
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Una de las cosas que me han interesado de O’Gorman es tratar de entender la complejidad de su pensamiento”, dijo ayer Adriana Sandoval, curadora de la muestra y directora de la Fundación Espacio Nancarrow.
La exposición, que lleva por título Juan O’Gorman y su Casa-Cueva. Apuntes para una reconstrucción, incluye dos piezas únicas: la recreación de la Casa-Cueva que elaboró el arquitecto Javier Senosiain a través de una maqueta tridimensional y una reinterpretación de la Biblioteca Central de la UNAM, de Guillermo Pacheco.
Tenemos esta maqueta documental, que es importante para la arquitectura mexicana y para la historia el arte, en la que Senosiain reconstruyó la Casa-Cueva”, elaborada por el arquitecto Senoisiain y su equipo de trabajo. Realizada a partir de la investigación de Iván Arellano, su elaboración tardó un año y medio.
La maqueta “es extraordinaria y vale la pena, porque se logra tener la dimensión, la proporción, la cromática y la interrelación de la arquitectura con el ambiente”.
Además, puede ser vista como un homenaje o un mano a mano entre O’Gorman y Senosiain, de la arquitectura orgánica mexicana de los años 50 y la de 2020, o una evocación de Max Cetto, Matías Goeritz e Ida Rodríguez Prampolinni, dijo.
Debe recordarse que para O’Gorman “la arquitectura encarna todo lo que sentimos y somos de mineral, vegetal y animal… (y) a la vez reintegra al hombre su fe y amor para poder vivir la esperanza de un mundo mejor”.
Y, en su opinión, fue el arquitecto e historiador Max Cetto quien mejor definió al artista y arquitecto de la siguiente forma: “La curiosidad demoniaca y embrolladora de la Casa O’Gorman es producto del cálculo y manía al mismo tiempo.
Sus impulsos, netamente subjetivos van más allá de la arquitectura, llegando al polo en donde ya no hay camino que se pueda seguir”.