Las Catacumbas de Paris historia y atractivo a visitantes

La historia de las Catacumbas de París se remonta a finales del siglo XVIII, cuando debido a los graves problemas de salubridad provocados por los cementerios de la ciudad se decidió trasladar sus contenidos a un lugar subterráneo.

Las autoridades parisinas eligieron un lugar de fácil acceso, situado en la periferia de la capital: las antiguas canteras de Tombe-Issoire, bajo la Plaine de Montrouge.

Estas canteras, explotadas como mínimo desde el siglo XV y posteriormente abandonadas, son una pequeña parte del laberinto que se extiende bajo la ciudad, sobre una superficie aproximada de 800 hectáreas.

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Su diseño y la organización del traslado de los esqueletos corrió a cargo de Charles-Axel Guillaumot, inspector del servicio de Inspección general de canteras de París o IGC.

Este servicio, instaurado el 4 de abril de 1777 por Luis XVI, tenía como misión supervisar y unificar las canteras abandonadas, tras producirse una serie de importantes hundimientos del suelo parisino durante el siglo XVIII.

Las primeras evacuaciones tuvieron lugar entre 1785 y 1787 y afectaron al cementerio más importante de París, el Cementerio de los Santos Inocentes, clausurado en 1780, tras permanecer en uso ininterrumpidamente durante más de diez siglos.

Se vaciaron las sepulturas, las fosas comunes y los osarios y los huesos se transportaron al caer la noche para evitar las protestas de la población parisina y de la Iglesia. A continuación, los huesos se descargaron a través de dos pozos de servicio de la cantera para su posterior distribución y apilado en las galerías por los canteros.

Los traslados continuaron tras la Revolución, hasta el año 1814, con la eliminación de los cementerios parroquiales del centro de París, como San Eustaquio, San Nicolás de los Campos y el convento de los Bernardinos.

Los traslados se iniciaron de nuevo en 1840, durante las obras de urbanismo de Louis-Philippe y las obras haussmannianas entre 1859 y 1860.

Es declarado «Osario municipal de París» el 7 de abril de 1786 y, es entonces cuando se apropia del término mítico de «Catacumbas», en referencia a las catacumbas de Roma, lugar que despierta gran fascinación pública desde su descubrimiento.

A partir de 1809, las Catacumbas se abren al público con cita previa. Al final del recorrido, se pone a disposición de los visitantes un libro de visitas para recoger sus impresiones y que se llena con gran rapidez debido al gran interés que esta visita despierta tanto entre la población francesa, como entre los extranjeros.

Con el paso de los años, el osario recibió la visita de numerosos personajes ilustres: en 1787, el conde de Artois, futuro Carlos X, acude en compañía de damas de la corte; en 1814, recibe la visita del emperador de Austria, Francisco I, y en 1860, es Napoleón III quien las recorre acompañado de su hijo.

Durante el siglo XIX, las modalidades de visita no dejan de cambiar, entre cierres totales y aperturas mensuales o trimestrales.

En la actualidad, todo el mundo puede acceder a ellas sin necesidad de una autorización.

Las Catacumbas de París reciben a casi 550 000 visitantes al año.