- “Este es el juego de Juan Pirulero, que cada quien atiende su juego” Fragmento de copla infantil popular.
Tal como lo escribí el año anterior la oposición no acaba de fortalecerse en lo individual; para no ser arrollados acudieron a una alianza electoral que tuvo resultados pardos, en algunas elecciones como las federales de Diputados tuvieron mejores resultados, sin embargo, en lo local, excepto un par de Entidades obtuvieron el triunfo, más por los personajes y circunstancias locales que por la coalición en sí.
Y es que la oposición no ha terminado de asimilar la estrepitosa derrota del 2018, las elecciones pasadas lo demuestran, a pesar de lo novedosa y atractiva que pudiera mostrarse coalición PRI, PAN, PRD y otros partidos locales, las estrategias, propuestas y mensajes no lograron cautivar al elector.
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Pero también está el otro fenómeno que se presentó en el pasado proceso electoral, sobre todo en las elecciones locales y que con sus resultados se agudiza, los actores políticos tradicionales de cada partido ya sea por estrategia (la gran mayoría) o por simple inercia no operaron como debían, se fueron en las llamadas cargadas y caminaron con otras Fuerzas Políticas que les aseguraron permanencia y estatus.
Pero lo peor se ve con los resultados electorales y una vez que se han reconfigurado las fuerzas políticas en los Estados, los que se quedaron ganaran o no un espacio hacen su tarea subterránea; sin el menor recato y sin el afán político, en la oscuridad acuerdan con la autoridad en turno, buscan hacerse de Partidos pequeños que les representen expectativas en sus proyectos o simple y sencillamente se cambian la camiseta, aunque se queden en el instituto al que dicen pertenecer.
Así no habrá números que les alcancen al PRI, PAN, PRD más sus aliados y ni hablar de los partidos más pequeños o fuerzas emergentes.
CONCLUYENDO.
- Para fortalecer un proyecto político y que sea competitivo, lo primero es ser congruente, transparente, inclusivo y con miras de servicio por encima del simple cálculo político.
- Las aspiraciones personales no deben estar jamás por encima del proyecto político colectivo.
- Por supuesto que no es pecado la negociación, mucho menos la suma de fuerzas y tampoco la expectativa personal, siempre y cuando no se hagan desde la imposición, por debajo de la mesa, con las cartas marcadas y fingiendo demencia.
- Te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro.