40 años sin Antonio Berni, el pintor de una Argentina que “le rompía los ojos”

Manifestación la obra de Berni exhibida en el Malba.
oleo

Hijo de inmigrantes italianos, fue pintor, muralista y grabador, y se volvió célebre por sus inmensos óleos sobre desamparados Juanito y Ramona son sus dos creaciones más conocidas.

Pocos retrataron la pobreza y la marginalidad como él. En algún sentido, se puede decir que Antonio Berni, que murió el 13 de octubre de 1981 hace 40 años, es el pintor de la argentinidad que sufre.

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Ojos azorados, pieles rústicas en rostros desesperados, Desocupados y Manifestación son, quizás, los cuadros más conocidos de Antonio Berni pero también las muchas representaciones de Juanito Laguna, “el chico pobre que no es un pobre chico” y de Ramona Montiel, la muchacha de tierra adentro que se obnubila con el brillo de la gran ciudad.

Todos ellos nos miran desde una sala del Malba o del Bellas Artes, para recordarnos que existen.

Se dice que los artistas siguen vivos en sus obras. Si un artista pinta “algo”, un concepto que denuncia una realidad que permanece y se renueva en cada niño, en cada hombre y en cada mujer, en cada nuevo Juanito y en cada nueva Ramona, ¿Cuánto más se cumple esa premisa?

Nacido en la ciudad de Rosario el 14 de mayo de 1905, la obra de Berni es única y singular. Pintor, grabador y muralista, miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, su estilo y sus personajes trascendieron las fronteras del arte para convertirse en íconos de la marginalidad de nuestro país.

Descendiente de inmigrantes italianos, como muchos de los argentinos nacidos a comienzos del siglo pasado, a los 11 años se formó como vitralista en el Centro Catalá de Rosario.

Luego, su padre falleció y debió mudarse con sus abuelos maternos, que vivían en la ciudad santafesina de Roldán.

A los 15 años, expuso por primera vez y, a los 18, en Buenos Aires. Pronto pasó a integrar la célebre élite de intelectuales que frecuentaba la Confitería Richmond, en la porteña calle Florida.

A los 20, viajó becado a Europa, y estudió y expuso en España y Francia. Tres años después, junto a Lino Spilimbergo y otros artistas, trajo una muestra a Buenos Aires a la que asistió el entonces presidente argentino Marcelo T. de Alvear.