Retos de la segunda parte del sexenio

  • Cada uno tiene diferentes condicionantes y distintas oportunidades de éxito
Retos de la segunda parte del sexenio
Retos de la segunda parte del sexenio

El primero de Septiembre comenzó la nueva Legislatura, lo que en términos políticos marca la segunda mitad del sexenio de López Obrador. En esta nueva etapa va a enfrentar cuatro grandes desafíos: la política y la sucesión; la estabilidad económica y financiera; el combate a la pobreza; y el de la relación con Estados Unidos.

Cada uno de estos retos tiene diferentes condicionantes y distintas oportunidades de éxito.

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En el aspecto político el tema más inmediato tiene que ver con el asunto de la consulta por la revocación de mandato, que era pieza fundamental de su estrategia para 2024.

Ahora, no está claro que pueda salir adelante. El propio senador Ricardo Monreal ya ha reconocido incluso la división que hay en Morena respecto a este asunto.

La llegada de Olga Sánchez Cordero a la presidencia de la Mesa Directiva del Senado es un intento del presidente de la República por darle la vuelta a Monreal.

El siguiente desafío político será la construcción de la candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum.
AMLO ya ha invertido importante capital político en ese propósito y tendrá que invertir más, con resultados aún inciertos.

Haberla ‘destapado’ con tanta anticipación le da la ventaja de arrancar desde ahora la carrera, pero la hace también más vulnerable.

Por esa razón necesita el presidente piezas de reemplazo pero con la característica de no tener un peso político propio, como lo tienen Ebrard y Monreal.

La reforma electoral, al menos en los términos que ha planteado López Obrador, será un reto porque creo que debe descartarse de antemano. No va a obtener el respaldo legislativo necesario para hacerlo.
En términos económicos el desafío más grande que existe es mantener la estabilidad hasta el final de la administración.

El presidente sabe que aun si la economía crece poco pero se mantiene con una inflación controlada y con estabilidad financiera, ganará crédito entre el grueso de la población e incluso entre empresarios e inversionistas.
Un tipo de cambio estable, finanzas públicas en orden e inflación controlada son clave en su estrategia.
El problema es que si persistiera el estancamiento económico en la segunda mitad de su administración, el propio estancamiento se convertiría en una amenaza a la estabilidad derivada de la propia falta de crecimiento.

El fondo de todo el asunto es el dinamismo o más bien la falta de éste en la inversión privada.
Y la responsabilidad del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, será combinar la estabilidad con un nivel razonable de crecimiento, para lo cual necesitará la restauración de la confianza empresarial, asunto que hoy no se ve nada sencillo.

Otro reto tiene que ver con el combate a la pobreza. Más allá de desechar las cifras del Coneval, como públicamente lo ha hecho, el presidente sabe que hay mucha tarea en este terreno y que algunos de los programas instrumentados no han tenido los resultados que él esperaba.
Si la situación se deteriorara aún más para 2024 podría haber una amenaza seria a la continuidad de su proyecto.
Puede haber en 2022 ajustes diversos en la política social del gobierno para tratar de hacer más eficaz el combate a la pobreza.

Finalmente, en el ámbito de la relación con Estados Unidos, independientemente de que haya o no química personal entre López Obrador y Biden, existe el reconocimiento de que se necesitan mutuamente.
Las críticas a las acciones de la Guardia Nacional en contra de migrantes le pueden costar en su imagen pública, pero le van a dar crédito ante el presidente de EU.