El ensayo que redactó Derek Jeter en un trabajo escolar se quedó corto incluso para la imaginación que pudiera tener aquel pequeño de 10 años. “Quiero ser shortstop de los Yanquis de Nueva York”, escribió en la hoja de papel en la que los estudiantes compartieron sus sueños.
Jeter no sólo llegó al equipo más famoso, sino que se convirtió en uno de los referentes. Hoy, un año más tarde de lo programado, alcanzará la inmortalidad con su ingreso al Salón de la Fama de Cooperstown.
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Y así como Jeter visualizó su llegada con el equipo del que entonces era fanático, hubo otro personaje clave que definiría la carrera del parador en corto.
Derek Jeter fue apenas el segundo jugador en llegar a los 3 mil hits con un jonrón, lo hizo ante David Price en 2011.
Al único sitio donde irá Jeter es a Cooperstown”, dijo el scout de Yanquis, Dick Grouch, ante la preocupación de sus jefes de que el pelotero decidiera acudir a la Universidad de Michigan antes de firmar un acuerdo para Grandes Ligas.
Los Yanquis lo seleccionaron en la sexta ronda del Draft de 1992, pero Derek Jeter había acordado un contrato mucho más importante, años atrás, con sus padres.
Charles Jeter y su esposa, Dorothy, se sentaban con sus hijos, Derek y Sharlee, al inicio de cada año escolar para firmar ese documento con acuerdos en relación a las calificaciones escolares, los deportes, la actividades extracurriculares y conducta en el colegio.