Aguililla, Michoacán toda una ciudad controlada por el Narco

Cuando hace unos cuatro meses el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se hizo con el control de todo Aguililla, los vecinos cuentan que su municipio se transformó en un campo de batalla.

Para miles de sus vecinos, el infierno que viven a diario no les dejó más alternativa que huir de sus propios hogares tras quedar enclavados en medio de lo que describen como una auténtica zona de guerra.

Rocío Bedolla, doctora en Aguililla, recuerda como su peor experiencia cuando un hombre armado entró al centro de salud en el que trabaja y comenzó un intercambio de disparos contra otros hombres que lo perseguían y esperaban fuera.

«Soportamos el tiroteo durante 25 minutos. Estábamos tirados en el piso, con la cabeza cubierta con las manos. Eso me dejó traumada y es lo que más me ha marcado la vida».

La médica recuerda que tres personas que no tenían nada que ver con el enfrentamiento entre carteles murieron, entre ellas un enfermero que fue a auxiliar a un herido.

«Requería cirugía y estuvimos llamando a la ambulancia aérea, pero no contestaron. Tampoco las ambulancias terrestres quieren venir para acá, así que nos quedamos con los heridos», dice.

Balaceras y bloqueo

El bloqueo de la principal carretera que une Aguililla con Apatzingán es de hecho una de las consecuencias más dramáticas del enfrentamiento entre carteles para la población, que quedó prácticamente atrapada en el municipio desde que la situación empeoró en los últimos meses.

Cerca de la entrada a Aguililla se ubica un retén armado del CJNG para tratar de impedir la entrada del grupo rival. Algo más lejos se encuentra otro filtro de sus rivales de Carteles Unidos, a los que los vecinos acusan de impedir la entrada de víveres al pueblo para presionar al cartel dominante, pero que también repercute en la población que no tiene nada que ver con ellos.

Esta asfixia hacia los vecinos se ha traducido ya incluso en muertes. «No podemos sacar a los pacientes graves. Aquí no podemos atender urgencias y ya se han muerto al menos un niño y dos adultos tras esperar dos o tres horas en el filtro y que no los dejaran pasar a la ciudad», denuncia la doctora Bedolla.

Ante la dificultad de introducir alimentos y medicamentos a Aguililla por los retenes y las numerosas zanjas cavadas, el sacerdote Gregorio López lidera desde su fundación El Buen Samaritano, en la vecina Apatzingán, el envío de víveres a Aguililla y el refugio en albergues de cientos de vecinos desplazados del pueblo.

Más conocido como «padre Goyo», el religioso intenta hacer llegar al pueblo unas mil despensas cada semana, generalmente con apoyo del Ejército para hacerse paso por la carretera.

«Pero hace unos ocho días pedimos que nos escoltaran, y en cambio nunca salieron del cuartel de Apatzingán. En uno de los retenes, Los Viagras dijeron: ‘Víveres, ni un kilo. La gente de Aguililla que se muera de hambre’. Y eso es lo que quieren», le dice a BBC Mundo.

«Prácticamente, estamos secuestrados aquí en el pueblo», resume uno de los vecinos, quien no duda al calificar la situación como una «crisis humanitaria».

«Como tiene que trasladarse por caminos terribles, muchos víveres nos llegan al pueblo más caros o hasta en mal estado. Pero tampoco estamos en la hambruna o la escasez absoluta», aclara el párroco local Gilberto Vergara.

Éxodo de población

Los vecinos de Aguililla también tienen problemas para recibir tanques de gas y aseguran haber pasado hasta ocho días sin luz después de que el cartel que está en el exterior cortara el suministro para perjudicar al grupo dominante en el pueblo.

Pero, sobre todo, denuncian cómo el bloqueo ha llevado a muchos agricultores a dejar de cultivar por no poder salir con sus camiones fuera del pueblo y ver cómo sus cosechas se echaban a perder o incluso cómo les robaban sus vehículos.

Sin modo de subsistencia, la desesperación llevó a miles de vecinos en los últimos meses a abandonar Aguililla. No está claro el número exacto, pero el párroco Vergara calcula que entregó unas 800 o 900 cartas de recomendación para familias que salieron con la intención de pedir asilo político en EE.UU.

«Diría que casi nos redujimos al 50% de la población», estima el sacerdote sobre las 16.000 personas que vivían antes en Aguililla.

«Tenemos a ancianos que no cuentan con nadie. Literalmente, los dejaron para que se murieran ahí».

Algunos vecinos salieron del pueblo el pasado 23 de abril, aprovechando la visita que el nuncio apostólico para México, Franco Coppola, realizó a Aguililla para oficiar una misa por la paz y como «llamada de atención fuerte al gobierno para que hiciera algo», según Vergara.

Ese día, un despliegue de soldados garantizó la circulación por la carretera por la que los propios residentes apenas habían podido transitar desde finales del año pasado. Apenas 24 horas después, critican los vecinos, la situación de bloqueo volvió a ser la misma.

Línea Tierra del Mencho

La elección de Aguililla como escenario de enfrentamientos entre carteles tiene mucho de simbólico: Aguililla es el lugar donde nació Nemesio Oseguera Cervantes, alias el Mencho, líder del sanguinario CJNG y uno de los narcotraficantes más buscados por México y Estados Unidos.

Pero además, su ubicación estratégica entre montañas lo han hecho desde hace décadas un ansiado botín de los grupos criminales.

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Afincado en la boca de la sierra Madre del Sur, es una región rica en minerales que conecta el puerto Lázaro Cárdenas, en la costa del Pacífico, con la llamada Tierra Caliente de Michoacán. Sus tierras fértiles lo convierten en un gran productor de limones, tomates y chiles.

Y aunque el narcotráfico de hace unos años en la zona se centraba en la marihuana y la amapola, tiempo después llegaron los laboratorios de metanfetamina.

«Desde los 80, Aguililla fue un territorio de narcotráfico abigarrado, parecía que era el único oficio del pueblo. Y hoy estamos viendo la fractura y las consecuencias», le dice a BBC Mundo el padre Goyo.

Hasta hace poco, algunas zonas del municipio estaban en manos de Carteles Unidos, integrado principalmente por el cartel del Abuelo (o cartel de Tepalcatepec) y Los Viagras, entre otros. Algunos nacieron como grupos de autodefensa, pero fueron acusados después de transformarse en organizaciones criminales.

«Son narcotraficantes que se escudan en camisetas de autodefensas», se escucha en un video difundido esta semana y que es atribuido al líder del CJNG.

En el mensaje, el Mencho amenazó a varios medios mexicanos por la cobertura realizada en Michoacán y dijo que iba dirigido a «todos los que apoyen a Carteles Unidos o falsas autodefensas» en dicho estado, pero especialmente hacia la conocida periodista de Milenio TV Azucena Uresti.

Las amenazas causaron tal polémica que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) mostró al día siguiente su solidaridad hacia Uresti.

La amenaza dejó al descubierto una vez más la vulnerabilidad de los periodistas en México y, a la vez, volvió a poner el foco en la situación de violencia que se vive en Michoacán, una de las principales crisis de seguridad que enfrenta el gobierno de AMLO.