Una orca quedó varada en una playa de rocas filosas. Los rescatistas tardaron más de ocho horas en tranquilizarla y liberarla.
Lo que debió ser una divertida cacería de focas, terminó en tragedia para una de las orcas que merodeaba por las costas de Columbia Británica en Canadá.
La ballena quedó varada entre rocas filosas que se le encajaban en su pesado cuerpo cada vez que intentaba moverse.
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Nadie la hubiera visto, de no ser porque comenzó a llorar del dolor y a tratar de comunicarse con su manada que la esperaba a unos cuantos metros, suplicando por ayuda.
Los gemidos de la ballena, llamaron la atención de un velero. Por más que los pasajeros quisieron ayudarla, era imposible.
Las matemáticas no cuadraban cuando intentaron mover una orca que pesaba cerca de tres mil kilos y alcanzaba los seis metros de largo, entre escasos cinco tripulantes.
Así que pidieron ayuda por el radio, mientras observaban cómo el animal estaba sufriendo, mostrando señales claras de estrés.
La llamada de auxilio fue atendida por el personal de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), quien “les autorizó a usar una bomba de agua de mar para mantener a la ballena mojada y a las aves alejadas”.
Claramente, no pudieron explicar cómo fue que la ballena había terminado allí, aunque todo parece indicar que fue un intento fallido del épico salto de ‘Free Willy’.
Como era de esperarse, nadie dudó en quitarse la playera y facilitar las mantas que estaban disponibles para mantener a la ballena mojada y que no estuviera expuesta de forma directa a los rayos del sol.
Aunque el cetáceo seguía llorando, los rescatistas se pudieron percatar que su respiración se iba tranquilizando. Al menos, ya no estaba tan agitada.
De acuerdo con CNN, la tripulación del barco estuvo al pendiente de la ballena hasta que llegaron un oficial de la NOAA y los rescatistas de la vida marina de Alaska, ‘Wildlife Troopers’, quienes mencionaron que si a los pasajeros del velero, se les hubiera ocurrido atar una soga alrededor de la orca y jalar de ella con la embarcación, hubiera sido fatal para el animal, pues las rocas afiladas hubieran desgarrado la piel del animal, que ya de por sí estaba dañada.
La única opción que tendrían para salvar al elegante ejemplar marino, era esperar a que la marea bajara. Pero entonces, fueron ellos los que comenzaron a llorar.
La marea tardó ocho largas horas en comenzar a subir, los brazos de los rescatistas ya estaban más que cansados, pero la espera valió la pena.