Pequeño vencedor de grandes batallas, sonrisa de ángel y ojos destellantes, César Fernando soñaba con ser bombero, pero ahora también quiere ser maestro y le encanta jugar futbol.
Campeón ante la adversidad, el pequeño es uno de los 104 sobrevivientes del incendio registrado en la guardería ABC, ocurrido el 5 de junio de 2009.
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César, al igual que otros 23 menores, resultó con quemaduras de segundo y tercer grado en gran parte de su cuerpo (40%).
Estudiante del segundo año de primaria en el Colegio Muñoz, de Hermosillo, Sonora, César Fernando tenía apenas 3 años cuando vivió la tragedia de la guardería y hoy continúa su proceso de rehabilitación en el Hospital Shriners de Sacramento, California.
Las estancias son largas, algunas de hasta cuatro meses, pero César Fernando ve una ventaja: ya sabe hablar inglés.
Hay otra razón adicional para estar contento: justo el 5 de junio viajará a Fresno, California, donde participará en un campamento, invitado por Alfa Ann Roch Bur Foundation. Asistirán cuatro niños que sufrieron quemaduras en el incendio de la guardería, pero también de otros lugares de México y Estados Unidos.
Durante la entrevista realizada en su casa, César corre a su recámara y sale vestido con el uniforme de las Chivas. En espera de la foto, toma varias poses siempre dispuesto y comparte bromas y risas con sus padres, quienes lo observan orgullosos.
El día de la tragedia
Fabiola Lucero Noriega y Julio César Díaz Damián, padres de César Fernando, recuerdan el 5 de junio de 2009 como el día más funesto de sus vidas.
Ambos estaban trabajando cuando sucedió el incendio, a Fabiola le avisaron casi al momento que inició el fuego —alrededor de las 14:30 horas—, pero cuando llegó ya habían sacado a los niños, corrió hacia un domicilio donde tuvieron bajo resguardos a algunos menores, pero no encontró a César, se trasladó al hospital CIMA y tampoco.
Julio César estaba trabajando en una obra y desde ahí vio pasar las ambulancias, pensó que algo grave estaba sucediendo, “pero nunca me imaginé que se estaba quemando la guardería, unas amigas de mi mamá fueron por mí y me llevaron al hospital CIMA y ahí me dijo mi mamá que se había quemado la guardería y que no encontraban a César”.
Mercedes Damián Núñez, abuela paterna, encontró al pequeño en el Hospital Ignacio Chávez del ISSSTESON, luego de que lo trasladaron del Hospital Infantil del estado (HIES), donde permaneció por varias horas recibiendo atención médica.
El día 6 de junio del 2009 fue trasladado en avioneta al Centro Médico del Occidente en Guadalajara, Jalisco. Ahí empezaron las primeras operaciones.
Después lo trasladaron al Hospital Shriners de Sacramento, California, donde le colocaron expansores en la cabeza para reconstruir tejido y cuero cabelludo; hoy, la recuperación de la zona afectada casi se logra.
“Los tratamientos y las cirugías no terminan porque va creciendo y su piel se va estirando, entonces deben de volverle a hacer otro injerto, porque el tejido se le jala”, dice la madre de César.
Sólo en su mano izquierda lleva cuatro operaciones, una en el tobillo y múltiples para restablecerle el tejido y el cuero cabelludo. Ya necesita otra, porque le he estado viendo poca movilidad en su manita izquierda, menciona el padre del menor.
Los cuidados, las cirugías y las atenciones pre operatorias de César Fernando han requerido de mucha dedicación.
Fabiola dejó de laborar en un dispensario y su esposo tuvo que abandonar el trabajo para estar al pendiente de las primeras operaciones de su hijo.
Ahora Julio César es empleado de la Secretaría de Educación y Cultura (SEC), acumula sus periodos de vacaciones y pide permisos para instalar a César Fernando en Shriners para que le coloquen los expansores, una vez realizada la operación, se regresa para hacerse cargo de sus otros tres hijos, y Fabiola llega a cuidar al niño durante los tres o cuatro meses que debe permanecer en Sacramento. Así se turnan.
“Tenemos cuatro hijos —Alán, César, Alejandro y André—, y muchas veces no los podemos llevar a todos, tenemos que buscar que las operaciones se las programen en época de vacaciones escolares, para estar el mayor tiempo posible juntos”, comentaron.
La buela Mercy
Mercedes Damián Núñez, abuela paterna de César Fernando, ha sido un pilar fundamental en la vida del menor.
El día de la tragedia lo buscó incansablemente hospital por hospital, cama por cama, cuna por cuna, hasta que lo encontró en un sanatorio del estado.
Ha acompañado a su hijo o a su nuera en todos los viajes realizados a Guadalajara o a Sacramento, California, para respaldarlos en el cuidado de su nieto.
Mercy recuerda que ella fue la primera persona a la que César Fernando le habló.
“El niño no quería ver a nadie; a sus padres les daba la espalda cuando los veía”, y comenta que los psicólogos explicaron que el niño los culpaba porque les gritaba para que lo ayudaran y lo rescataran cuando se estaba quemando la guardería.
A Mercy se le iluminan los ojos cuando habla de su nieto: “es un vencedor de mil batallas que nos ha enseñado a ver la vida con otro sentido; nos ha dado mucha fortaleza y las más grandes pruebas de que sí se puede”.