Por lo pronto uno más de los avances ha sido el virtual ingreso del Padre Goyo, Hipólito Mora y José Manuel Mireles a las fuerzas rurales, con lo cual su inconformidad queda encuadrada en eso llamado por Osorio “este tipo de eventos”. Aún cuando alguien pudiera decir, ésta es la política del hoyo tapado y el agujero destapado para cubrir el primero, el hecho es, por encima de la enésima crisis de Tamaulipas, el notable avance registrado en Michoacán gracias a la novedosa fórmula expresada en la figura meta constitucional del Comisionado para la pacificación y el desarrollo es un hecho ante el cual se comienzan a convencer hasta los más escépticos.
Al menos eso se desprende de las palabras del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, quien ha dicho, en materia de seguridad Michoacán avanza, lo cual permite que los ciudadanos transiten libre y tranquilamente por las calles de todos los municipios de esta entidad. Sin embargo —comentó—, no (se deben) echar las campanas al vuelo sobre cómo evolucionan las regiones del estado. La información se transmite con honestidad y transparencia.
“Lo cierto es que en Michoacán vamos con un gran avance, un avance que nos permite que se puedan realizar este tipo de eventos, que vengan de otros estados de la República”. Por lo pronto uno más de los avances ha sido el virtual ingreso del Padre Goyo, Hipólito Mora y José Manuel Mireles a las fuerzas rurales, con lo cual su inconformidad queda encuadrada en eso llamado por Osorio “este tipo de eventos”.
Por primera vez Osorio se refiere a la temporalidad de la presencia federal y deja la puerta abierta: meses, meses, dijo sin reparar en cómo la suma de los meses nos regala el fruto de los años en un mundo donde nada es eterno pero tampoco debe ser por naturaleza efímero.
Hasta lograr fuerzas de seguridad confiables, dijo.
En este sentido vale la pena recodar el dicho del comisionado Alfredo Castillo:“Para crear la Fuerza Rural Estatal se apostó a su proximidad social, por eso es un cuerpo sólido que cuenta con la confianza de la ciudadanía”.Hasta ahora no se sabe cuál será la ruta. No se sabe si las fuerzas futuras de seguridad provendrán de la asimilación ahora en sentido contrario de las fuerzas rurales o se apostará por la educación y capacitación de voluntarios como se ha querido hacer en otros momentos y otras regiones.¿Habremos encontrado por fin la profesionalización anhelada en los cuerpos policiacos mediante este extrañísimo sistema de rebelión, asimilación, legalización, formalización y posterior institucionalización? Sería el segundo invento michoacano, después del ate de Morelia.
OMBUDSMAN
Quien no dejó pasar la oportunidad de reiterar su postura en relación con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, con motivo de la comparecencia de Raúl Plascencia ayer en el Senado, fue el diputado Ricardo Mejía quien dijo:
“Es necesario replantear el esquema que actualmente existe sobre la transparencia y rendición de cuentas de los funcionarios públicos ante la ciudadanía, ya que esto ha generado que, por ejemplo, la reunión que mantuvo Raúl Plascencia, titular de la CNDH, con la Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República, fuera una reunión a modo y sin la posibilidad de un intercambio real de posturas y réplicas del ombudsman, legisladores y ciudadanía”.
Los afanes de la ociosidad
De cuando en cuando las noticias sobre asuntos de proezas ociosas nos estremecen. Por ejemplo, desde hace varias semanas no hay día sin referencia a los intensos afanes multinacionales para localizar el avión malayo desaparecido en los mares del sur con todos sus tripulantes.
Y nos hablan de satélites, submarinos, pesquisas sin fin, proyectos científicos para hallar los restos del avión (¿si no esperan cosa distantita a la pedacería, cuál es el sentido práctico de tanta búsqueda?), mientras el asunto se convierte en un elemento para golpear a los gobiernos, especialmente al de Malasia por el mal trato a los familiares de las víctimas del vuelo. Pues así los hubieran tratado como reyes, eso no cambia las cosas: el avión se despedazó; no desapareció. No hay sobrevivientes y a otra cosa. Si alguien los quiere buscar; cómprese un traje de hombre rana. Esa insistencia en recuperar lo imposible se parece mucho a la demanda de cada año en Coahuila: buscar los cadáveres de los muertos en el irresponsable accidente de Pasta de Conchos, para brindarles adecuada sepultura. Suena triste y políticamente incorrecto, pero sepultura ya tienen esos desafortunados obreros a quienes la vida no los protegió y la muerte no les dio siquiera una cristiana tumba. Pero una cosa son los deseos, los usos funerarios, los rituales y otra cosa la realidad. No hay nada por hacer. Todo mundo lo sabe, así con afán de provecho político alguien quiera insistir en el tema de la búsqueda y exhumación sin saber siquiera ni dónde quedaron los restos después de tantos desplazamientos de tierra y tantas explosiones. Nomás no se puede, pues. Y si alguien me dice lo contrario, lo invito a charlar dentro de diez años. A ver quién tiene razón.
Pero con frecuencia los humanos nos echamos encima tareas innecesarias. Por ejemplo, buscar en España los restos de Cervantes. De don Miguel de Cervantes.
A mí, como lector frecuente de su obra (“El licenciado Vidriera” –Tomás Rodaja—, siempre me ha causado mucha gracia, por ejemplo) a mí me tiene sin cuidado dónde quedaron los huesos del autor del Quijote.
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