Albañiles festejaron Día de la Santa Cruz

Ayer se celebró el Día de la Santa Cruz. La tradición llevó a los feligreses a los templos diocesanos con maderos adornados con papel de china, con listones, con flores y pintados de colores llamativos, para ser bendecidos; la tradición se asocia también con la construcción, la edificación de los primeros templos, conventos y casas de oración que inició con la llegada de los evangelizadores europeos.
Hoy esta tradición cobra especial relevancia para los creyentes católicos, toda vez que involucra la declaración de santidad de dos Papas: Juan XXIII y Juan Pablo II, el primero que suprimió de la liturgia la celebración quizás iniciada por el emperador romano Constantino I; y el segundo por haber bendecido en México un monumento erigido a la Santa Cruz.
El bautizo de Veracruz, por parte de los conquistadores españoles comandados por Hernán Cortés, no fue un hecho caprichoso; seguramente aconsejado por los religiosos que arribaron con él, determinó la conveniencia de iniciar, con el arribo, la evangelización en nombre de “la cruz verdadera”.
Desde el Siglo XVII esta tradición que esconde un artilugio evangelizador de los primeros religiosos católicos europeos, quienes para llamar la atención de los autóctonos tomaron la decisión de pintar los maderos con colores atractivos.
Fue, entonces cuando nació esta tradición que se asocia con los constructores (los constructores físicos pero, también, y de modo profundo, con los constructores de la nueva fe); de ahí que en México y en muchas partes de América Latina, florezca –aunque mermando poco a poco—, la fiesta que este día, 3 de mayo, realizan en las obras en proceso los albañiles, los ingenieros civiles y los arquitectos, y que se caracteriza, precisamente, por realizarse al pie de los edificios en construcción.
Una fiesta que incluye cantos, música popular, una hoguera, porciones de carne para asar, varios kilogramos de tortillas, bebidas generosamente distribuidas y preferentemente de bajo contenido alcohólico, como es el caso actual de la cerveza y, no hace mucho, el del mexicanísimo pulque.
Aunque esto se está quedando en el pasado, en ocasiones los exitosos empresarios inmobiliarios solían adornar esta fiesta de los albañiles con guapísimas madrinas que, a veces, eran seleccionadas entre las artistas más cotizadas de la cinematografía, del canto o el baile. Este folclore se ha perdido por culpa de la crisis.
Por lo que respecta a los templos, los feligreses acuden a ellos con sus cruces de madera en las manos, adornadas con flores, con coloridos listones y pintados, de preferencia con colores luminosos; los fieles las llevan de todos los tamaños para ser bendecidas por los párrocos en una eucaristía especial con la que se honra el sacrificio de Cristo, quien murió –para luego resucitar—, clavado en una cruz en el monte Gólgota.
Cabe recordar que en una de sus visitas a México el Papa Juan Pablo II, ahora declarado Santo, bendijo un monumento con el tema de la Santa Cruz.