Ruy Pérez Tamayo estuvo a punto de ser músico y no médico

Ruy Pérez Tamayo deseaba ser artista como su padre, quien tocaba el violín; cambió de idea, ya que la situación económica era difícil porque no había grandes oportunidades para músicos.

Ruy Pérez Tamayo

La medicina no fue la primera opción para Ruy Pérez Tamayo, científico, investigador y un gran promotor de la ciencia quien murió este miércoles a los 97 años. Él quería ser músico como su padre, quien tocaba el violín.

Ese deseo se lo hizo saber a sus padres, pero la respuesta no fue favorable. Ambos se opusieron a que fuera artista porque no deseaban que pasara dificultades por decidirse por ese camino y en cambio definieron que él y sus dos hermanos fueran médicos.

“No querían que nosotros tuviéramos una vida tan difícil como la que estaban pasando ellos y, en efecto, en esa época había muy pocas oportunidades para que un músico pudiera sacar a su familia adelante”, contó en marzo de 2018 para la Gaceta de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Fue así que Ruy y sus dos hermanos, cuando llegó el momento de cada uno, se inscribieron en la Escuela Nacional de Medicina de la UNAM. “Mi padre pensó que sus hijos vivirían mejor si en lugar de ser músicos como él estudiaban medicina”, comentó en la entrevista.

El también miembro de El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua recordó que la situación económica de su familia no era la mejor y aunque la carrera de medicina era cara por el material y libros necesarios, sólo gastaron en ellos una vez porque los tres hijos de la pareja estudiaron lo mismo.

“Había que comprar una serie de libros muy caros de Anatomía, Fisiología, Embriología, etcétera, y ya los habían comprado para mi hermano mayor, así que cuando yo ingresé ya no se tenían que adquirir libros nuevo, y las carreras nos salieron por el precio de una. Esto lo aclaro para señalar que de veras éramos muy pobres”, expresó.

Durante su camino por la universidad sus aspiraciones se transformaron y dio ese brinco hacia la ciencia, pero, ¿cómo sucedió? Fue gracias a Raúl Hernández Peón, un compañero de su generación, quien lo invitó al laboratorio que su padre le había construido en el sótano de su casa en la Ciudad de México.

“Él ya sabía lo que quería hacer y ya lo estaba haciendo. Quería ser fisiólogo para estudiar los mecanismos de los seres vivos. Me invitó a que fuera a verlo trabajar en su laboratorio. Tomaba un gato, lo anestesiaba, lo amarraba a una mesita, lo operaba, le estimulaba los nervios alrededor de un riñón, le media la presión arterial, la respiración, el pulso… ¡Era verdaderamente fantástico!”, relató.

Su compañero decidió tomar el camino de la fisiología, pero él definió especializarse en la patología en parte por su profesor Isaac Costero, a quien le pidió que lo dejara trabajar con él. “Todas las horas libres que tenía las pasaba en su laboratorio y durante cuatro años fui aprendiendo poco a poco a hacer la especialidad”.

Además de sus estudios en la UNAM, Ruy Pérez Tamayo hizo un posgrado en la Washington University en St. Louis Missouri.

“La medicina es la mejor profesión del mundo (…), siento que yo escogí, gracias al consejo de mis padres, la mejor profesión del mundo”, dijo en esa ocasión.

Consideró que la labor del científico consiste en “seguir las reglas del juego de la investigación” y una de las principales es no decir mentiras, además de que hay que escuchar la realidad y no hacer uso de la imaginación.

“La medicina científica encierra una serie de preguntas y cuando logramos asomarnos a la posible respuesta de lo que estamos interesados en conocer se tiene una satisfacción personal que yo creo que es la más alta que se puede tener”, refirió en esa entrevista.

Ruy Pérez Tamayo fundó y dirigió durante 15 años la Unidad de Patología de la Facultad de Medicina de la UNAM, del Hospital General de México y durante 10 años estuvo a frente del Departamento de Patología del Instituto Nacional de Nutrición.

Por casi 60 años fue profesor emérito de la UNAM y también fundó la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la Facultad de Medicina, la cual además dirigió. También fue maestro visitante en diversas universidades de Estados Unidos, así como en España, Portugal, Costa Rica, Panamá, Colombia, entre otros países.

Publicó más de 150 artículos científicos en revistas nacionales y extranjeras y 39 libros, 15 de ellos de temas científicos y 24 de ensayos históricos y de divulgación científica.