Relaciones prohibidas: excitantes y ¿más placenteras?

Si se nos prohíbe, o nosotros mismos nos lo prohibimos, es que debe ser cuanto menos interesante.

El ser humano siempre se ha visto atraído por lo nuevo, más aún si es de difícil acceso. Lo prohibido siempre genera mayor deseo, atracción y seducción por la propia naturaleza humana: la curiosidad.

Por ello, nos guiamos por la necesidad de experimentar y valorar las posibles consecuencias de primera mano”, afirma Silvia Cintrano, sexóloga y directora de la Unidad de Terapia de pareja de Instituto Centta.

“Tenemos un cerebro preparado para activarse ante estímulos nuevos y, por tanto, lo que nos resulta atractivo sexualmente y novedoso nos puede llamar fácilmente la atención.

Si, además, es arriesgado o travieso, aparecen otros efectos como la activación e intensidad emocional provocada por la adrenalina.

En función del contexto personal de cada uno, su personalidad y cómo valora la situación, sentirá más o menos excitación, y si el placer es intenso, tenderá a querer repetirla”, comenta Sílvia Pastells, psicóloga, sexóloga clínica y experta en terapia de pareja.

Así, las relaciones prohibidas o inadecuadas suelen ser estímulos novedosos que, evidentemente, llaman la atención.

Según Cintrano, “un estímulo ya conocido está habituado, y se necesitará mucho más esfuerzo para generar la misma reacción en un individuo. Lo novedoso por sí mismo genera mayor morbo y excitación, por lo que el placer será más intenso.

A nivel cerebral, los estímulos que se consideran gratificantes, como la comida o el sexo, generan una liberación de dopamina, una recompensa en los centros de placer cerebrales.

Sin embargo, también puede producirse esta reacción ante la anticipación de una posible recompensa, como idealizar una relación prohibida o fantasear sobre la misma”.

¿Siempre se quiere lo que no se tiene? La sexóloga de Instituto Centta considera que “muchas personas necesitan esa adrenalina y dopamina que genera la incertidumbre de lo nuevo y prohibido para continuar, para darle sentido a su vida, para hacerla más excitante o emocionante, aunque en el fondo se tenga certeza de que no es lo ‘correcto’.

Según diversos estudios, renunciar a lo prohibido en grupo suele resultar más sencillo que de manera individual y es por ello que, en ocasiones, ante la posibilidad de caer en lo prohibido, se decide hacerlo de forma discreta sin comentarlo con el entorno cercano”.

Además, dice esta experta, muchas veces aparecen pensamientos del tipo “y si…” de la alternativa no escogida, lo cual potencia poner el foco de atención en aquello que no parece estar al alcance y continuar idealizándolo.

Pastells indica que, a pesar de la gran diversidad y posibilidad de relaciones, todavía crecemos pensando que las relaciones románticas de pareja deben seguir una pauta de atracción sexual e intimidad que nos llevará a un compromiso a medio o largo plazo.

Pero la realidad puede ir por otros derroteros. Así es para las personas con menos tolerancia a la rutina, que prefieren los brotes de sensaciones antes tener que mucha tranquilidad en una relación, que tienen tendencia a buscar novedad para sentir más intensidad y placer, o que sencillamente temen al compromiso por diferentes motivos.

Por eso, esta sexóloga recomienda valorar honestamente cuáles son nuestras necesidades, si estas relaciones sexuales y/o afectivas nos suman o no en nuestra vida, es una reflexión personal.

La idealización

“Pensamos en la alternativa que no estamos viviendo (la relación prohibida) como la que nos podría haber hecho más felices, ya que en este momento experimentamos la realidad elegida y sus consecuencias, tanto positivas como negativas.

En el mundo de las ideas, la alternativa se suele contemplar siempre como algo libre de consecuencias negativas o, si se contemplan, creemos que son más sencillas de manejar”, analiza Cintrano.

En palabras de Pastells, idealizar significa engrandecer en nuestra mente las características de alguien o de una relación amorosa.

Si hay reciprocidad y bienestar a pesar de la situación complicada, la idealización suele vincularse a estados parecidos al enamoramiento.

Sin embargo, si idealizamos con frecuencia pero nos sentimos a disgusto, si la relación es más dañina que satisfactoria, probablemente no estamos aceptando los hechos tal y como son. No queremos ver la realidad.