Ernesto Zedillo, el gran cabildero

Tan poco nos sorprende la actividad empresarial y de negocios de Ernesto Zedillo Ponce de León, un ex mandatario mexicano al que podrían imputársele decena de delitos cometidos al amparo de un cargo público en el que no respetó la ley que prohíbe beneficiarse de los asuntos que en su calidad de funcionario público conoció, manejó o resolvió, que su nombramiento como consejero de Citigroup pasó de noche, como una notita perdida en las páginas de información de los periódicos nacionales.
Citigroup es dueño de Banamex, pero a la vez es propiedad de la Casa Blanca, por lo que pasó de ser ente privado a institución gubernamental. En términos financieros la ley también prohíbe la operación en México de entidades oficiales de esta naturaleza controladas por gobiernos de otros países; se trata de impedir que las decisiones de intereses ajenos afecten la marcha de los asuntos soberanos. Zedillo lo permitió porque en su sexenio se vendió el banco.
Mencionamos en colaboraciones anteriores el cuidadoso trabajo de ingeniería financiera de Zedillo en torno a los Ferrocarriles Nacionales de México —también amparados por la ley como elementos básicos de la seguridad nacional— para después venderlos a Kansas Railroad, de la que finalmente resultó elevado funcionario vía Union Pacific, aunque se le señale sin pruebas como socio de la empresa.
En el caso de Banamex, cabe recordar que Zedillo levantó la estructura sobre la que se basó el Fobaproa, el rescate bancario que seguiremos pagando cada ciudadano por lo menos los próximos quince años para cubrir el adeudo de más de 51 mil millones de pesos garantizados con nuestros impuestos, concentrados en la actualidad en el IPAB. Eso fue en 1999, a menos de un año de abandonar el poder que ejerció hasta el 30 de noviembre de 2000.
Debe mencionarse también que fue autor de la “sana distancia” con su partido, el PRI, al que le costó la Presidencia de la República entregada al panista Vicente Fox, cuyo triunfo en las urnas le fue reconocido cuando ni siquiera habían cerrado las casillas de votación de la región norte del país. Cumplió así la exigencia gringa de alternar el poder.
De tal grado la desvergüenza de Zedillo en este asunto de la venta bancaria, que perdonó a los adquirientes y al vendedor impuestos por una cifra superior a tres mil millones de dólares, sobre el precio total del que era el más importante banco del país, incluyendo edificios coloniales y obras del arte de la misma época, concentrados en las bodegas de la institución.
El nuevo hueso de Zedillo en Citigroup, más la media docena de empleos que ya tiene, se relaciona con un fraude cometido contra Banamex, lo que a decir de sus funcionarios, debió “ajustar” sus utilidades de 2013 alrededor de tres mil millones de pesos. Y los considera pérdida, no simple reducción de sus ganancias.
El asunto, debatido hasta ahora sin consecuencias reales para los que cometieron el trinquete, se remonta a la aceptación de cuentas por cobrar de la paraestatal Pemex, por un importe de 585 millones de dólares. Sólo que los recibos eran falsos y la empresa defraudadora, Oceanografía, en la que tienen participación accionaria los dos hijos de la señora Marta Sahagún de Fox, fue requisada por el gobierno.
Según la información oficial se trató de preservar el empleo de más de 13 mil empleados de la compañía favorita para la construcción y el arriendo de barcos y plataformas petroleras. La denuncia en Estados Unidos activó las alarmas en México, pero sólo se decidió tomar el caminito de Mexicana de Aviación, por lo que a los ocho mil 500 desempleados de la aerolínea, se sumarán los trabajadores de Oceanografía.Se declaró en Concurso Mercantil a la empresa que posteriormente será declarada en quiebra. Las autoridades mexicanas la habían multado con 24 millones de pesos porque pagó una fianza menor por nueve contratos de Pemex Exploración y Producción. Pero nunca la castigó realmente porque siguió siendo la favorecida con el mayor número de contratos. Hablamos de alrededor de 40 mil millones de pesos; si quiere, tradúzcalos a dólares para tener idea de la magnitud del trinquete
La contratación de Ernesto Zedillo para garantizar la recuperación de los fondos supuestamente perdidos por Citigroup, equivale a lo que en México conocemos como “coyotaje”. Los fines son impedir que las leyes impidan el retorno de los dineros que los estadunidenses consideran suyos, para lo que usará cualquier método, ley o trampa.
Veremos al ex mandatario con mayor frecuencia en México, porque tiene pendientes otros coyotajes relacionados con empresas gringas que registraron marcas para la comercialización de mariguana, cuya legalización tramita con el también ex, Vicente Fox, quien anuncia su proyecto para la siembra y cultivo de la cannabis, y además un par de impresentables ex mandatarios suramericanos que no hicieron nada en su oportunidad y asumen una postura que suponen de avanzada.
Así vamos…