El origen y el aspecto de Cleopatra, una de las mujeres más poderosas de la historia

Existen estatuas de Cleopatra, pero los historiadores dicen que no es posible determinar cómo era exactamente el rostro de la reina egipcia.
Cleopatra

Eternizada en la imaginación popular como una mujer de piel blanca y ojos azules por la actriz británica Elizabeth Taylor, Cleopatra ha provocado debates durante siglos en torno a su astucia política, su belleza, su identidad y su legado para Egipto.

Origen y linaje

Cleopatra VII nació alrededor del 69 a.C. en Egipto. Su nombre, de origen griego, significa «grande como el padre».

Él fue el faraón Ptolomeo XII, pertenecía a una línea de monarcas de la dinastía ptolemaica iniciada en el año 332 a.C.

Ese año, Alejandro Magno dirigió a las tropas griegas y macedonias en una batalla que liberó a los egipcios del dominio persa. Alejandría se convirtió en la nueva capital de Egipto.

La ciudad era «la capital de las palabras helenísticas y griegas, donde estaban los libros de escritores muy importantes del pasado.

Y vemos cómo la nueva cultura griega se asocia con la antigua tradición religiosa egipcia, que existía desde hacía 3.000 años», explica el egiptólogo Christian Greco, del Museo Egipcio de Turín, Italia.

Cuando Alejandro Magno murió en el 323 a.C., su reino se dividió. Y aquí es donde la posición de gobernante de Egipto fue reclamada por Ptolomeo I, hijo de un noble macedonio que inició la dinastía ptolemaica.

A partir de ahí, Egipto sería gobernado por sus descendientes hasta la muerte de Cleopatra VII, en el año 30 a.C., más de 300 años después.

Egipto se convertiría en uno de los reinos más poderosos del mundo y uno de los últimos en ser dominados por los romanos.

Esta mezcla de pueblos y lugares, junto con la falta de información confiable sobre la dinastía ptolemaica y Cleopatra, ha alimentado debates durante años sobre la reina de Egipto.

Después de todo, ¿era macedonia, griega o norafricana? Todo indica que era de origen étnico mixto.

Según investigadores del Instituto Arqueológico de Austria, los análisis de los huesos de una hermana de Cleopatra mostraron en 2009 que la reina egipcia era, en parte, africana.

La conclusión se extrajo después de identificar el esqueleto de su hermana menor, la princesa Arsinoe, hallado en una tumba de más de 2000 años en Éfeso, Turquía.

La evidencia obtenida al estudiar las dimensiones del cráneo de Arsinoe indica que tenía algunas características de los blancos europeos, los antiguos egipcios y los africanos negros.

Según Maria Wyke, profesora de latín en el University College London (UCL), existe un gran desacuerdo sobre si Cleopatra podría ser considerada egipcia.

«En el siglo XIX, hubo un debate sobre si tenía sangre egipcia, en parte porque hay muy poca, si es que hay alguna, información sobre su madre o abuela.

Pero a fines del siglo XX, la pregunta no era si Cleopatra era egipcia en el sentido genético, sino si era negra».

«Esto surge principalmente en la década de 1990 con el afrocentrismo, con Egipto como punto de partida. Así, Cleopatra se convirtió en la personificación de una mujer poderosa en el origen de la historia africana», continúa.

«Por lo tanto, reivindicar a Cleopatra como negra con una base histórica o no es irrelevante.

Reivindicarla como negra se convierte en un importante contraataque contra los prejuicios de género y raza y la apropiación de Cleopatra por parte del hombre blanco del mundo occidental a lo largo del tiempo».

Según Joyce Tyldesley, profesora de Egiptología en la Universidad de Manchester y autora de «Cleopatra: La última reina de Egipto», la monarca «manipuló la religión egipcia para ser vista como una encarnación viviente de la diosa Isis, lo que le permitió consolidar por completo su posición de poder».

Y, para Tyldesley, esta manipulación de la religión tiene la clave del gran misterio que la obsesionó mientras escribía su libro.

«Había una pregunta que me perseguía todo el tiempo: ¿Cleopatra se consideraba egipcia? Creo que sí, era reina de Egipto.

¿Qué más se habría considerado? Su padre era rey de Egipto, una de sus hermanas había sido reina. Creo que se consideraba egipcia, aunque no era una nativa, sino una egipcia griega».

Según ella, cuando los griegos se establecieron en Egipto, había dos poblaciones viviendo una al lado de la otra y ambas estaban comenzando a familiarizarse con la cultura de la otra.

«Sobre todo, Cleopatra estaba empezando a ejercer la cultura egipcia, especialmente en términos de religión.

Otros ptolomeos hicieron algo similar antes, en menor medida, pero es muy interesante que ella utilice una base egipcia para promocionarse», explica.

Además, existen intentos científicos de reconstruir los verdaderos rasgos de Cleopatra, que le dieron un rostro disociado del imaginario popular eternizado por la cultura occidental.

En 2009, la arqueóloga y egiptóloga británica Sally Ann Ashton utilizó imágenes grabadas en artefactos antiguos, como un anillo que data de la época de su reinado, para recrear el rostro de la reina egipcia. Su obra apunta a una mujer de etnia mixta, con rasgos egipcios y de herencia griega.

El poder por encima de la belleza y la seducción

Durante mucho tiempo, Cleopatra fue retratada como una bella reina de Egipto que sedujo a los romanos; fascinó al filósofo francés Pascal e inspiró obras de Shakespeare, pinturas de Tiepolo y varias películas de Hollywood. Pero para Tyldesley, de la Universidad de Manchester, es necesario dejar a un lado todo este imaginario popular para entenderlo.

«No era esa seductora glamorosa que parece gustar tanto a los directores. No hay evidencia de que tuviera más de dos parejas sexuales: Julio César, a quien le fue fiel hasta su muerte, y Marco Antonio.

Creo que nos gusta verla así (como seductora de varios hombres). Hay algo atractivo en eso, pero es muy injusto», sostiene.

«Era una mujer muy inteligente. Gobernó durante más de 20 años y logró eludir el dominio romano sobre Egipto, algo que de alguna manera fue una amenaza durante todo su reinado.

Además, recibió una nación de su padre que estaba en la pobreza y la llevó a recuperarse económicamente».

Hay otra característica de la reina egipcia que es discutible. Gracias a Shakespeare, Tiepolo y las actrices que vivieron en el cine, desde Elizabeth Taylor hasta Amanda Barrie, la imagen moderna de Cleopatra es asombrosamente hermosa, pero no hay pruebas.

«No tenemos muchas imágenes de ella, y las que tenemos están muy estereotipadas. Son clásicas, parece una reina griega o romana.

Estaban allí para representar ideas de la realeza, en lugar de mostrar cómo se veía realmente», dice Tyldesley.

«La gente tiende a pensar que las monedas con su efigie son más realistasy si las miras, no es particularmente hermosa, ya que tiene nariz y mentón muy grandes. Pero entonces, ¿Qué tan preciso puede ser un retrato de una moneda?», señala.

«Depende de la habilidad de la persona que hace la moneda, que puede que no la haya visto realmente, y también de lo que quería retratar. Cleopatra puede haber deseado no verse delicada y hermosa, sino poderosa».

Es probable, entonces, que Cleopatra no hubiera sido increíblemente hermosa, ni una mujer fatal o una manipuladora malvada, sino una política astuta que, al final, tuvo la mala suerte de estar en el lado derrotado de una disputa más grande que ella.

La lucha por el poder

La trayectoria de Cleopatra al frente de Egipto estuvo plagada de luchas de poder dentro y fuera de su dinastía. Su historia familiar, además, está llena de asesinatos y traiciones.

Para algunos investigadores, había que asesinar o ser asesinado para consolidarse en el trono, algo que ella misma vivió después. Su llegada al poder no estuvo exenta de obstáculos.

Cuando murió el padre de Cleopatra, Ptolomeo XII, las mujeres no podían gobernar sin tener un hombre a su lado.

Luego, siguiendo las tradiciones, la solución fue que Cleopatra, de 18 años, se casara con su hermano Ptolomeo XIII, de 10 años, para que pudieran reinar juntos. Fue cuestión de tiempo antes de que surgieran las disputas.

Años después de asumir el poder, Ptolomeo XIII conspiró contra su hermana para sacarla del poder, lo que la llevó a huir a Siria.

Desde ahí comenzó una guerra civil fratricida por el mando de Egipto. Curiosamente, Roma también vivió una batalla interna por el poder, entre Julio César y Pompeyo, y las disputas terminaron mezclándose.

Prácticamente derrotado, Pompeyo fue a Egipto a buscar el apoyo de Ptolomeo XIII, pero al joven se le aconsejó que no se aliara con Pompeyo y que lo matara para no disgustarse con Julio César.