Con mambo y danza, el Salón Los Ángeles reabre sus puertas

Salón los

Ofelia tiene la sonrisa en los ojos. Acerina y su danzonera tocan un danzón que prende el cuerpo y el alma. La pista se abre y las parejas se reencuentran, los abanicos empiezan a agitarse, los pies se deslizan como mantequilla sobre la duela. Ofelia ha vuelto al Salón Los Ángeles para celebrar la vida. Sentada en su silla de ruedas, en primera fila, Ofelia, de 83 años, dice: «Ya no puedo bailar con los pies, pero sí con los ojos y he regresado a escuchar mis danzones como lo he hecho desde hace más de 50 años».

La historia de Ofelia es casi como la de cualquiera que ha venido la noche de este viernes al salón de baile más longevo de la ciudad, inaugurado hace 84 años, para festejar su reapertura.

Los tacones, los trajes, los vestidos, las guayaberas y las medias colorean el salón de 2 mil 300 metros cuadrados. La orquesta toca Teléfono a larga distancia y los danzoneros montan su coreografía colectiva, un espectáculo nostálgico y conmovedor. Las caderas se contonean con un vaivén dulce y seductor.
 

«¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, mambo!»

Los Reyes del Mambo, arranca con el Mambo número 8. «¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, mambo!». El frenesí. El Salón Los Ángeles, donde nació el movimiento «La rumba es cultura», entra en trance. El tacuche, los zapatos bicolor, los cuellos anchos, las medias de red, las lentejuelas y los sombreros con pluma se entregan al gozo. ¡Aaah, ahhh! Las trompetas sacuden los más de 500 hombros permitidos en tiempos pandemia.

«Mira, mi amor, y te digo mi amor porque mis 77 años me lo permiten, yo he dejado aquí mi vida, la primera vez que vine tenía 17 años, échale cuentas. Los últimos dos años la pasé muy mal, se me fueron las ganas de vivir. El Salón Los Ángeles es el último de esta ciudad con una gran pista, con un ambiente lleno de amistad y con las mejores orquestas. Para todos los que estamos aquí, el baile de salón nos mantiene de pie», dice Miguel Ángel Cisneros, pachuco bailador.

¡A la cachi cachi porra, porra, a la cachi cachi porra, porra, uhhhh! ¿Y el Covid? ¿A la porra? «He venido aquí todos los martes y los domingos desde hace 44 años, haber estado sin bailar me llevó a una depresión muy difícil. Muchos amigos míos ya no regresaron, se murieron, yo sigo aquí y tengo ganas de llorar de gusto por estar, todos los que están son como mi familia. Ya no podemos regresar al miedo, tenemos que vivir», cuenta David Romero.  

Aforo no es el mismo desde reapertura 

La noche avanza y poco a poco la multitud se adelgaza. Los espacios vacíos son notorios para un salón que ha visto más de dos mil personas bailar y gozar. Mesas vacías, botellas que circulan de a poco. «El salón abrió hace un par de semanas, con menos gente que ahora, pero hoy, con la gran reapertura oficial, tenemos más esperanzas de que la mesereada nos deje un poco más. Yo tengo mi trabajo estable, pero necesito este empleo para mantener a mi familia. Los tiempos siguen muy difíciles y espero que poco a poco pueda venir más gente», dice Norma.  

Tras el rico mambo, qué rico mambo, llega el son y una nueva fauna se apodera la pista, aquella que viste de tenis, mezclilla, botas y faldas; muchos de ellos han ido en grupos, en pareja, acompañando a los tíos y a los padres, pero poco o nada distinguen entre una cumbia, una salsa y un son; vueltas sencillas, brazo de un lado y del otro, paso a la derecha y a la izquierda, que de lo que se trata es de disfrutar.

Un pachuco destaca entre todos ellos. Allá va con su pluma roja en el sombre de ala ancha, baila con la chica del vestido naranja, con la señora de la chamarra café, con la joven de las botas mineras. En medio de todos, una pareja juega al baile de la seducción, cubrebocas al bolsillo que también hay que besar.
 

«Quien no conoce el Salón Los Ángeles, no conoce México»

Miguel Nieto, dueño del salón sube al escenario en donde han tocado figuras de la cultura popular como Celia Cruz, Damaso Pérez Prado, Toña La Negra, la Sonora Santanera, Carlos Campos, Felipe Urban, Willy Colón, entre muchos otros, para recordar a su madre, quien, junto con él, administró el salón desde 1972; y al periodista Froylán López Narváez, uno de los grandes impulsores del salón, ambos fallecidos recientemente.

Nieto agradece la visita y el apoyo brindado a lo largo de casi dos años, sin la ayuda de sus seguidores, dice, Los Ángeles no habrían resistido el cierre de sus puertas.  

«Quien no conoce el Salón Los Ángeles, no conoce México«, es lema de este lugar por el que han desfilado escritores, intelectuales, figuras de la farándula, como Silvia Pinal, Carlos Fuentes, Mario Moreno «Cantinflas», Gabriel García Márquez, María Rojo, Carlos Monsiváis; en donde se han filmado películas como «Esquina bajan», «Tívoli», «Danzón», «Una gallega baila mambo», y se han grabado videoclips, comerciales y documentales.

Nieto espera que el peso de la historia del salón, recinto clave de la vida cultural de la Ciudad de México, sea suficiente para que la gente regrese y sea posible salir, poco a poco, de la peor crisis financiera que ha vivido desde 1937. Y espera, sobre todo, que la pandemia que amenaza con una cuarta ola no obligue otro cierre. En tanto, mambo, qué rico mambo, eh, eh, uh.