Por: El Diablo Cojuelo

ARRENDAMIENTO – En San Luis Potosí las camionetas no desaparecen, se esfuman mágicamente. Veintisiete vehículos arrendados por el Ayuntamiento fueron dados de baja de forma tan irregular como descarada: alguien en el Estado de México, una tal Nely Elizabeth García Ramos, “perdió” todas las placas y documentos de golpe, y al día siguiente todo quedó limpio. ¿Coincidencia? Claro que no. Esto no es un simple trámite administrativo; es una jugada de prestidigitación institucional. Un acto deliberado para borrar el rastro de un negocio jugoso. ¿Y qué dicen las autoridades? Nada. Silencio cómplice. ¿Quién se queda con las unidades? ¿Se reetiquetarán como si fueran nuevas? ¿Van a aparecer luego en campañas políticas? Esta clase de operativos no se hacen sin autorización. Aquí alguien miente y alguien gana. El ciudadano, como siempre, paga. Y ni una explicación. Que no insulten la inteligencia del potosino: esto no fue pérdida, fue robo maquillado.
TECMOL – A la política potosina le encanta tragarse sus palabras, y a José Luis Romero Calzada, “Tecmol”, se le da bien cocinar con cinismo. El exdiputado que hace poco insultaba al Partido Verde, hoy se toma la foto más hipócrita del año: sonriente, abrazado de los mismos que antes despreciaba. ¿Y el PVEM? Feliz de reciclar personajes con historial cuestionable si eso suma votos. Esto no es pragmatismo, es prostitución política. ¿Ya se nos olvidó su historial de escándalos, bailes vulgares y empresas investigadas? Ahora quiere ser alcalde de Ciudad Valles y lo arropan como estrella de rock. Pero lo que representa es todo lo que está mal en la política: impunidad, oportunismo, falta de principios. Los ciudadanos no son tontos. Que no les vendan como “renovación” a un personaje que representa el pasado más rancio. Si ese es el perfil que celebran, no se extrañen del abstencionismo.
UASLP – La Universidad Autónoma de San Luis Potosí debería ser un bastión del pensamiento libre, pero hoy parece más bien una fortaleza sitiada por sus propios temores. Se niegan a prestar espacios para que los candidatos a magistrados expongan sus perfiles. ¿Argumento? Autonomía. ¿Realidad? Miedo. La UASLP teme el debate, le incomoda abrir la puerta a voces externas. Eso no es autonomía, es cerrazón académica. Lo peor es que se escudan en el discurso institucional para no molestar a los poderosos. Pero el costo es alto: se alejan de la ciudadanía, pierden relevancia y se convierten en una cúpula desconectada. Si ni los universitarios pueden dialogar con aspirantes a cargos clave, ¿entonces quién? La universidad no está para agradar al poder, sino para interpelarlo. Su rol no es esconderse en el silencio, sino incomodar. Lo que están haciendo no es cuidar su autonomía, es arrastrarla por la alfombra del confort burocrático.
GANADERÍA – San Luis Potosí activa medidas preventivas ante el Gusano Barrenador del Ganado, pero todos sabemos cómo funcionan las “prevenciones” en México: hasta que revienta la plaga. La alerta llega porque los estados vecinos ya registran brotes y aquí apenas sacan el instructivo del cajón. Esta larva infernal se come vivo al ganado, literal, y mientras tanto el sector ganadero potosino sobrevive entre sequías, deuda y abandono institucional. ¿Protocolos? Bien. ¿Acción real? Dudosa. ¿Dinero para atender la emergencia? Silencio. Lo preocupante no es sólo el bicho, sino la lentitud con la que el Estado actúa cuando lo rural no da votos. Si esta plaga cruza fronteras, nos va a encontrar dormidos. Ya es hora de que la prevención no sea sólo discurso. No se puede gobernar con boletines. El campo merece respeto, y eso empieza por no jugar a la ruleta rusa con su supervivencia.
INSEGURIDAD – San Luis Potosí es tierra fértil… para el crimen. Robos de autos, a casa habitación, a comercios, de día o de noche, da igual. La ciudad dejó de tener zonas seguras: ahora todo es territorio de riesgo. ¿Y las autoridades? Atrapadas en sus estadísticas maquilladas, mientras la realidad escupe miedo. Las fiscalías acumulan carpetas como si fueran trofeos de inacción. La policía responde tarde, mal y con desgano. No hay estrategia, no hay presencia, no hay resultados. Pero sí hay excusas, spots y promesas. El discurso oficial ya no alcanza. Mientras a ti te quitan el coche o te vacían la casa, ellos anuncian operativos “históricos” y compran patrullas como si eso bastara. El crimen no se combate con ruedas de prensa. La seguridad es un derecho, no un lujo. Si no pueden garantizarnos lo básico, que se vayan. Gobernar implica proteger. Y aquí nos están dejando a la deriva.
MOTOCICLETAS – Las motocicletas deberían ser símbolo de movilidad, no de miedo. Pero en San Luis Potosí, cada vez es más común que aparezcan en robos, asaltos y ejecuciones exprés. Su facilidad de escape las hace ideales para el crimen, y lo saben. Los diputados ya hablan de un padrón para controlarlas, pero el problema es más profundo: no hay vigilancia, no hay inteligencia policial, y los operativos brillan por su ausencia. No es cuestión de satanizar a los motociclistas, sino de aplicar la ley sin miedo. Las motos robadas circulan como si nada y nadie se toma la molestia de detenerlas. El padrón puede ayudar, pero sólo si se acompaña de una fuerza policial capacitada y coordinada. Hoy, las motos representan libertad… para delinquir. Y mientras tanto, el ciudadano común vive bajo la sospecha. Si van a regular, que empiecen por limpiar sus propias instituciones. La corrupción también viaja en dos ruedas.
CONALEP – Patricia Álvarez Escobedo dirige el Conalep con mano de hierro… y cerebro de plomo. Su gestión es calificada como “terrorismo laboral” por el sindicato de maestros, y no es exageración. Siete docentes despedidos sin justificación clara, actas administrativas fabricadas y un ambiente de miedo sistemático. ¿Su filosofía? “Que demanden, cuando ganen yo ya me fui”. Ese nivel de cinismo es marca registrada del poder impune. La educación técnica debería ser una esperanza para jóvenes, no un campo de batalla laboral. Pero bajo esta administración, el Conalep se ha convertido en una maquinaria que castiga la crítica y premia la obediencia ciega. El mensaje es claro: aquí no se piensa, se obedece. Si los docentes tienen miedo, ¿qué clase de educación se imparte? La directora no forma ciudadanos, los alecciona con el látigo. Y mientras la SEP calla, el daño se acumula. San Luis no merece una educación gobernada por el capricho y el rencor.