El artista florentino comienza a pintar los frescos de la Capilla Sixtina, por encargo del papa Julio II.

10 de mayo de 1508, el renombrado escultor y pintor italiano Miguel Ángel Buonarroti ha comenzado oficialmente los trabajos pictóricos en el techo de la Capilla Sixtina, ubicada en el corazón del Vaticano. El encargo fue otorgado directamente por el papa Julio II, quien ha depositado su confianza en el talento del florentino para una obra que marcará un hito en la historia del arte sacro.
El proyecto, de gran envergadura, contempla una representación visual del origen y destino del hombre, abordando desde la Creación del mundo hasta el Juicio Final. Se espera que la obra se convierta en un punto de encuentro entre la teología cristiana y la belleza plástica del Renacimiento italiano. Miguel Ángel ha recibido total libertad creativa para la interpretación de los pasajes bíblicos.
Aunque el artista es más reconocido por su talento escultórico —como lo demuestran piezas como El David o La Piedad—, este encargo supone un viraje hacia la pintura monumental, un reto que él mismo había mostrado reservas en aceptar. No obstante, la insistencia del pontífice y la relevancia del espacio lo han llevado a comprometerse con la tarea.
Fuentes cercanas al entorno papal señalan que la decisión de Julio II responde no solo al prestigio del artista, sino también a su deseo de dejar un legado visual perdurable en la Santa Sede. La Capilla Sixtina ya era sede de importantes ceremonias litúrgicas, pero ahora aspira a convertirse en un referente de devoción y arte a nivel mundial.
El proceso de ejecución, que requerirá varios años, incluirá complejas técnicas de fresco que demandan una extraordinaria preparación de la superficie y rapidez en la aplicación del color. Miguel Ángel ha comenzado los trabajos iniciales de andamiaje y bocetado, supervisando personalmente cada detalle técnico.
La comunidad artística de Roma sigue con atención los avances del proyecto, anticipando una obra sin precedentes en escala y significado. Aunque el resultado final aún está lejano, ya se anticipa que la Capilla Sixtina será considerada una de las cumbres del arte renacentista.