Los 133 cardenales electores juraron guardar secreto absoluto y comenzaron la primera votación para designar al sucesor de Francisco.

Este martes 7 de mayo, el Vaticano vivió uno de los momentos más solemnes y decisivos de la Iglesia católica: el inicio del cónclave para elegir al 267° Sumo Pontífice. Un total de 133 cardenales con derecho a voto prestaron juramento en la Capilla Sixtina, comprometiéndose a seguir fielmente las reglas establecidas por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, antes del cierre hermético de las puertas para dar comienzo a la elección del nuevo Papa.
El proceso arrancó con una procesión de los cardenales desde la Capilla Paulina hasta la Sixtina, encabezada por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del papa Francisco y uno de los nombres más mencionados como posible sucesor. Parolin leyó en voz alta el juramento solemne, y luego cada purpurado, con la mano sobre los Evangelios, repitió la fórmula en latín ante el atril central del recinto sagrado.
Durante el acto, se destacó la ausencia del cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, quien por tener más de 80 años no puede participar en la elección. En su lugar, como cardenal más antiguo del orden episcopal, Parolin asumió la dirección litúrgica del inicio del cónclave, marcando así su rol protagónico en este momento clave.
Los cardenales se acomodaron en la Capilla Sixtina de acuerdo con su jerarquía: primero los del orden de los obispos, luego los presbíteros y finalmente los diáconos. La distribución espacial sigue una tradición que refuerza la estructura del colegio cardenalicio y respeta su ceremonial histórico.
El juramento incluyó el compromiso de no permitir ninguna interferencia externa, política o de otro tipo, en el proceso electoral. Cada cardenal expresó: “Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”, al concluir su promesa de fidelidad, secreto y obediencia a las reglas eclesiásticas.
La Constitución Universi Dominici Gregis, promulgada en 1996 por el papa Juan Pablo II, regula con precisión cada aspecto del cónclave, desde el aislamiento de los cardenales hasta los detalles del procedimiento de votación. Se requiere una mayoría de dos tercios para la elección válida del nuevo Pontífice.
La primera votación se llevó a cabo la misma tarde del martes. Si no se obtiene una mayoría suficiente, los cardenales continuarán votando dos veces por la mañana y dos veces por la tarde hasta alcanzar un consenso. El humo blanco que emane de la chimenea de la Capilla Sixtina será el signo visible del mundo de que un nuevo Papa ha sido elegido.
Con esta ceremonia solemne, el Vaticano entra en una etapa de recogimiento y decisión, mientras millones de fieles católicos en todo el mundo esperan atentos el anuncio del nuevo líder espiritual que sucederá al papa Francisco en la cátedra de San Pedro.