La constructora brasileña relanza su marca tras escándalos y reestructuración financiera.

La constructora brasileña Odebrecht recuperó oficialmente este viernes su nombre original, tras años de operar bajo las siglas OEC. El cambio forma parte de una estrategia de renovación de imagen y reposicionamiento tras haber atravesado el mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil, vinculado a la Operación Lava Jato.
En un comunicado, la empresa anunció que dejará atrás el acrónimo OEC para retomar “Odebrecht Engenharia & Construção”, como parte de un proceso de “modernización visual y simbólica” posterior a la homologación de su plan de reestructuración financiera. La matriz del grupo, Novonor, mantendrá sin embargo su denominación actual y su portafolio en sectores como petroquímica, bienes raíces y concesiones.
La constructora, implicada en casos de corrupción y sobornos en América Latina y África, busca distanciarse del pasado reciente. Según su director de Comunicación y Marketing, Rodrigo Vilar, el cambio de marca representa “un nuevo momento para la compañía”, que asegura haber superado una etapa crítica mediante entregas exitosas de proyectos y ajustes internos.
Actualmente, Odebrecht Engenharia & Construção afirma tener más de 30 contratos activos y emplear a 18 mil personas en proyectos distribuidos entre Brasil, Perú, Angola y Estados Unidos. Entre 2020 y 2024, la firma participó en más de 36 obras de infraestructura en siete países, con inversiones superiores a los 16 mil millones de dólares, de acuerdo con cifras divulgadas por la empresa.
Pese a los avances operativos, el nombre Odebrecht sigue asociado a una red de corrupción que desvió recursos públicos de la estatal Petrobras mediante contratos inflados. La compañía reconoció su papel en el esquema, cooperó con la justicia y pagó multas, pero en 2023 un juez del Supremo Tribunal Federal anuló las pruebas extraídas de sus sistemas internos, debilitando varios procesos judiciales.
El regreso del nombre Odebrecht levanta polémica entre analistas y sectores políticos. Para algunos, representa un intento de normalización tras una reestructuración exitosa; para otros, refleja un intento de limpiar una imagen aún muy deteriorada. Mientras tanto, la empresa insiste en que está lista para iniciar una nueva etapa con mayor transparencia y compromiso ético.