Por: El Diablo Cojuelo

FETO– En el baño de urgencias del IMSS de Cuauhtémoc, alguien abandonó un feto de 22 semanas, con placenta y sin testigos. Nadie recuerda su rostro. Nadie sabe si entró con el alma rota o el vientre abierto por el miedo. ¿De verdad nadie vio nada? ¿No hay cámaras, vigilancia, protocolos? ¿Ningún médico, enfermero, vigilante, paciente, notó el rastro de una vida interrumpida? Este Estado puede fingir muchas cosas, pero no que no abandona a las mujeres. Lo hace cada día: sin atención médica digna, sin escucha, sin empatía, sin opciones. Este no es un caso aislado, es una radiografía de la impunidad cotidiana. El cuerpo diminuto hallado en el sanitario no solo es un símbolo de dolor, es una acusación muda contra el sistema que finge asistir, pero que no cuida ni observa. ¿Cuántas veces más debe repetirse esta escena antes de que alguien diga: “Ya basta”?
ACOSO– San Luis Potosí tiene una ley para prevenir el acoso escolar. También tiene miles de niñas y niños hostigados cada día en patios, salones, pasillos. Tiene psicólogos en papeles y discursos que nadie ejecuta. La violencia entre menores va en aumento, y el Estado mira para otro lado. Padres aterrados, directores indiferentes, autoridades sordas. ¿Qué sentido tiene presumir leyes si no hay voluntad para aplicarlas? ¿Qué se celebra en el Día del Niño cuando el recreo se ha vuelto campo de batalla? Los agresores crecen impunes, las víctimas aprenden a callar. En esta entidad, donde cada año se subraya con tinta muerta el respeto a los derechos de la infancia, la niñez aprende que nadie vendrá a salvarla. Los manuales de prevención existen, pero se empolvan en oficinas que no saben ni dónde están sus escuelas. San Luis Potosí legisla para las cámaras, pero abandona en las aulas.
TARIFAS– El puente vacacional trajo consigo un espectáculo obsceno; tarifas de transporte infladas por taxis y plataformas. Viajes que regularmente cuestan 50 pesos llegaron a cobrarse en 100. ¿Por qué? “Alta demanda”, dicen, con descaro. Las autoridades, una vez más, cruzadas de brazos. No hubo operativo, multa, ni pronunciamiento. Solo resignación. La ley estatal de comunicaciones, como tantas otras, se pisotea sin pudor. Ni los taxistas ni las plataformas rinden cuentas. Y los usuarios, atrapados entre la necesidad y la rabia, pagan o caminan. Esta ciudad no tiene movilidad, tiene extorsión con uniforme. ¿Dónde está la Secretaría de Comunicaciones y Transportes? ¿Dónde los diputados que “representan” al pueblo? El abuso se volvió regla, la impunidad norma, y el silencio oficial, complicidad. En cada feriado, el sistema muestra su rostro real: uno en el que todo está en venta, especialmente la dignidad del usuario.
CAMPAÑA– Comenzaron las campañas para integrar el nuevo Poder Judicial, y con ellas, el tsunami de propaganda inútil; trípticos, lonas, volantes… ¿Dónde quedó la promesa de usar papel reciclado? ¿Dónde la austeridad, la conciencia ambiental? Nadie sabe. Porque en San Luis Potosí las campañas son reciclaje de cinismo, no de papel. Esta elección se suponía histórica. Lo es, pero por la podredumbre anticipada. El Ceepac calla. Los candidatos imprimen sin pudor. ¿Cuánto gastan? ¿Quién lo fiscaliza? ¿Qué mensaje dan quienes aspiran a impartir justicia y arrancan desde la ilegalidad o la desfachatez ecológica? El espectáculo es tan sucio como el suelo que alfombran de promesas. Justicia ciega, pero también sorda, muda y cómplice de su propia deformación. Lo único claro es que el reciclaje no es de papel: es de prácticas podridas que se repiten cada elección, como un eco que nadie limpia ni quiere limpiar.
CRISIS– Colonias como Sauzalito, María Cecilia y Río Paisanos llevan dos semanas sin agua. Pipas privadas, cubetas, baños racionados. Y el Interapas responde con la indiferencia del que ya está acostumbrado a fallar. ¿Dónde están las soluciones estructurales? ¿Dónde el respeto al derecho humano al agua? No hay. Solo evasivas y boletines. La crisis hídrica ya no es amenaza futura, es el presente inmediato. Cada familia paga de su bolsillo la ineficiencia de un organismo incapaz de garantizar lo básico. Y si el agua llega, llega sucia, como ocurrió con la que mandaron desde El Realito: oscura, turbia, pestilente. El alcalde lo reconoció, pero eso no basta. No se trata de aceptar, sino de corregir, castigar, prevenir. Mientras el discurso oficial presume obras hídricas, los hogares viven en modo emergencia. No es una crisis de agua, es una crisis de Estado. Y no se resuelve con excusas.
SALUD– Siete nuevos casos de COVID-19, cinco de influenza. Todos recientes, todos en 2025. Pero todo parece como si la pandemia hubiera sido solo una pesadilla del pasado. Los servicios de salud siguen sin campañas de prevención sólidas, sin actualización de esquemas de vacunación, sin pedagogía pública. Las personas contagiadas presentan comorbilidades y no están vacunadas. ¿Quién falló ahí? Los hospitales reportan ocupación estable, pero, ¿por cuánto tiempo? ¿Qué pasa cuando se crucen epidemias, falta de medicamentos y negligencia administrativa? San Luis Potosí no aprendió nada de 2020. Seguimos improvisando, escondiendo cifras, rogando que no empeore. Y mientras tanto, los contagios se acumulan en silencio. En un país donde enfermarse es una sentencia de pobreza, fingir que ya todo está bien es criminal. Porque lo que se viene, si no se actúa ya, no será solo viral: será letal.
MULTAS-Ahora resulta que los diputados locales quieren multar a los turistas por dañar el medio ambiente. Bonito gesto, pero hipócrita. Porque mientras se culpa a los visitantes, ¿quién castiga a los locales que contaminan ríos, talan árboles, tiran basura en parajes? ¿Quién regula a las industrias que envenenan aire y suelo? Nadie. Esta medida suena más a populismo electoral que a política pública seria. Multar a los turistas es fácil: llegan, pagan y se van. Pero enfrentar a empresas, a caciques, a gobiernos omisos, eso no. El problema ambiental de San Luis Potosí no se resuelve con castigos a los de fuera, sino con valor para sancionar a los de casa. Si quieren proteger la naturaleza, empiecen por limpiar su propia casa legislativa, llena de rezagos, omisiones y simulaciones. Dejen de usar el medio ambiente como campaña, y empiecen a verlo como lo que es: un punto de no retorno.