Zedillo: solo neoliberalismo y Salinas, no la oposición real

La derecha intelectual acaba de recibir un baño de realidad: a quién se le ocurre potenciar la figura del expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León como una propuesta política para el 2027 y el 2030. Con mucho sentido común, la oposición partidista se ha hecho a un lado de Zedillo porque tiene más pasivos que positivos.

De poco le servirá a Zedillo haber fortalecido el inicio de Andrés Manuel López Obrador en la vida política nacional en 2000 cuando permitió como presidente el registro del tabasqueño como candidato al DF sin tener la residencia local y cuando frenó las protestas del PRI contra las irregularidades electorales del entonces PRD que le dieron además la Jefatura de gobierno capitalina.

En 2023 y 2024, Zedillo ha tenido cuatro intervenciones públicas con discursos tronantes contra el populismo, haciendo gala de haber sido el inventor de la palabra globalifóbicos contra los grupos sociales que se oponían a la globalización de la economía que en México fue el eje del Tratado de Comercio Libre con sus promesas de bienestar y sus resultados de acumulación de desigualdades sociales.

En esas ocasiones hubo poco efecto social, a pesar de que uno de sus discursos aprovechó el ambiente electoral presidencial del año pasado para meterse en el debate por la puerta trasera. No obstante, esas participaciones públicas resultaron intrascendentes en efectos políticos o sociales.

Como se ha comenzado a revivir, Zedillo fue el responsable del crack económico de diciembre de 1994 y la política anticrisis de 1995 que coronó el aumento del IVA del 10% al 15% y la celebración animosa del líder legislativo Humberto Roque Villanueva con un gesto de triunfo que fue transformado por la misma imagen en una burla de contenido sexual porque habían violado a los ciudadanos para que pagaran más impuestos y cubrir los errores presidenciales, sucesos que se conocen en la historia política de la ignominia gubernamental como la Roqueseñal.

La crisis comenzó en mayo de 1993 con el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, pasó luego al alzamiento zapatista, llegó a su punto máximo con el asesinato de Colosio, se alimentó con la pataleta de Jorge Carpizo MacGregor renunciando a la Secretaría de Gobernación, se volvió a reciclar con el asesinato de líder priista José Francisco Ruiz Massieu, se profundizó con la renuncia escandalosa del subprocurador Mario Ruiz Massieu acusando a los priistas de asesinos e hizo crack la economía el 20 de diciembre cuando el secretario zedillista de Hacienda y héroe del Tratado, Jaime Serra Puche, no supo lidiar con el ajuste en la banda cambiaria y provocó una escandalosa fuga de capitales con apenas 3,000 millones de dólares de reservas.

Como presidente electo, Zedillo le pidió a Salinas el 20 de noviembre devaluar la moneda, pero el secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, se negó a hacerlo y amenazó con renunciar a su cargo; eso sí, Aspe le pidió a Zedillo que lo mantuviera en Hacienda cuando menos el primer año del nuevo gobierno entregando inclusive su renuncia adelantada y sin fecha. Zedillo se negó, puso a Serra y México entró en la peor crisis económica, más grave y profunda inclusive que las de Echeverría, López Portillo y De la Madrid.

La política anticrisis de Zedillo fue profundamente neoliberal: salvar a capital a costa de la sociedad no propietaria que representaba el 80% de la ciudadanía. Aumentó las tasas de interés bancarias para proteger las utilidades de los bancos y uno de sus operadores privados fue el presidente de la comisión bancaria y de valores, Eduardo Fernández, hoy indiciado por un intento de chantaje a Televisa. La tesis de Zedillo y de Fernández fue muy neoliberal: si quiebran los bancos, quiebra la nación; si se empobrecen los mexicanos, son costos inevitables.

El Fobaproa y el aumento del IVA hundieron a la sociedad mayoritaria en la pobreza por la pérdida de sus precarios activos. El reciente discurso económico-político-ideológico de Zedillo es el mismo con el cual convenció a Salinas de Gortari de que sería el garante de la continuidad neoliberal que el candidato original Luis Donaldo Colosio dejó de garantizar. Ya en el poder, Zedillo persiguió políticamente al expresidente Salinas de Gortari, encarceló a su hermano Raúl y manipuló a la prensa para inducir la responsabilidad salinista en el magnicidio de Lomas Taurinas, pero solo como única posibilidad de deslindarse del argumento de que él, Zedillo, había sido el beneficiario del crimen, porque Colosio estuvo a horas de despedirlo de la coordinación de la campaña y de romper el proyecto original del presidente Salinas de enlazar sucesiones presidenciales con Colosio en 1994 y Zedillo en el 2000.

Las razones de los intelectuales Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze para rescatar a Zedillo de la Siberia estadounidense de Yale explican que no siempre la historia y la literatura ayudan a entender la realidad.

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Política para dummies: la política esa oportunidad, aunque luego se les olvide.

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