Sergio Salomón asume titularidad del INM tras salida de Garduño

El relevo ocurre tras la suspensión del proceso penal contra Garduño por la muerte de 40 migrantes en 2023.

Después de varios meses de expectativa, se formalizó el relevo en la titularidad del Instituto Nacional de Migración (INM) con la designación del exgobernador de Puebla, Sergio Salomón Céspedes, como nuevo comisionado. La ceremonia de transición se llevó a cabo en las instalaciones del INM este martes, donde prevaleció un ambiente institucional y de cordialidad, según informó el propio instituto a través de redes sociales. En el acto, Salomón agradeció la encomienda recibida y reconoció la labor de su antecesor, Francisco Garduño Yáñez, quien le deseó éxito en su nueva gestión. Este relevo se inscribe en el contexto de una política migratoria fuertemente vigilada tanto por organizaciones de derechos humanos como por el Gobierno de Estados Unidos, particularmente tras la tragedia de marzo de 2023 en Ciudad Juárez, donde 40 migrantes perdieron la vida bajo custodia del INM.

El nombramiento de Céspedes fue confirmado por la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo a mediados de abril, quien explicó que la designación formaba parte de un proceso coordinado de transición. Señaló que Garduño poseía valiosas relaciones diplomáticas con funcionarios migratorios en Estados Unidos y Guatemala, lo cual justificó su permanencia en el cargo durante los meses previos. La llegada de Salomón ocurre en un contexto sensible, marcado por señalamientos de abuso institucional hacia migrantes y la creciente presión política del expresidente estadounidense Donald Trump, quien ha instado al Gobierno mexicano a endurecer su política migratoria. La nueva administración deberá enfrentar el reto de responder tanto a demandas internas por respeto a los derechos humanos como a las exigencias externas de contención migratoria.

El cambio en el INM también está relacionado con la resolución judicial reciente que favoreció a Garduño Yáñez. En marzo pasado, un juez le otorgó una suspensión provisional del proceso penal que enfrentaba por su presunta responsabilidad en el incendio ocurrido en una estación migratoria de Ciudad Juárez. La medida fue ratificada por un tribunal federal semanas después, dejando sin efecto cualquier acción penal en su contra. Esta resolución legal allanó el camino para su salida del cargo, en un momento políticamente adecuado para el nuevo gobierno. La tragedia de 2023 marcó profundamente la imagen del INM, por lo que la llegada de un nuevo titular representa también una oportunidad para recomponer su reputación institucional.

Durante su administración en Puebla, Sergio Salomón Céspedes se caracterizó por mantener una gestión enfocada en la gobernabilidad y en el diálogo con distintos sectores sociales. Su nombramiento al frente del INM ha sido recibido con escepticismo por parte de organizaciones defensoras de migrantes, que exigen una revisión profunda del modelo migratorio actual. Diversos colectivos han señalado que el Instituto ha operado bajo una lógica de represión y contención, en vez de protección y acompañamiento a las personas en tránsito. Céspedes no cuenta con experiencia previa en asuntos migratorios, lo que representa un desafío adicional al asumir un encargo tan complejo, con tensiones constantes entre la política interior, la diplomacia y los derechos humanos.

Desde hace varios años, el INM ha sido acusado de prácticas como detenciones arbitrarias, extorsiones, maltrato y omisión ante la violencia que padecen las personas migrantes en territorio mexicano. Estas denuncias se han intensificado desde que México aceptó, bajo presión de Estados Unidos, desplegar a la Guardia Nacional en las rutas migratorias del sur del país. Aunque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha defendido su política como “humanista”, organizaciones internacionales y nacionales han documentado múltiples violaciones a los derechos de las personas en tránsito. En este entorno, el nuevo titular del INM deberá mostrar voluntad política y operativa para reformar profundamente el enfoque institucional.

El contexto también está marcado por una creciente presencia de personas migrantes provenientes de Centroamérica, el Caribe, Sudamérica e incluso de África y Asia. Esto ha generado una saturación de estaciones migratorias, falta de recursos, y una crisis humanitaria en puntos clave como Tapachula, Ciudad Juárez y Tijuana. A ello se suma el endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses, con nuevos mecanismos de deportación acelerada y restricciones al asilo. Las decisiones del INM inciden directamente en la vida de miles de personas, y por tanto su liderazgo adquiere una dimensión estratégica no solo nacional, sino regional. Céspedes tendrá que equilibrar intereses contrapuestos y dar resultados tangibles en corto plazo.

La relación con Estados Unidos será un punto clave en la gestión de Sergio Salomón. El gobierno estadounidense, tanto bajo administraciones demócratas como republicanas, ha delegado en México parte del control migratorio en la región. El nuevo titular del INM deberá establecer vínculos efectivos con el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), la Patrulla Fronteriza y otras agencias norteamericanas, sin comprometer la soberanía ni los principios constitucionales mexicanos. Asimismo, tendrá que enfrentar la presión de gobiernos centroamericanos, cuyos ciudadanos integran buena parte del flujo migratorio. La agenda migratoria requiere capacidad de negociación, conocimiento jurídico y sensibilidad social, elementos que Céspedes deberá construir en el ejercicio.

Finalmente, el futuro del Instituto Nacional de Migración bajo la dirección de Sergio Salomón dependerá en gran medida del respaldo político que reciba por parte de Claudia Sheinbaum y su equipo de transición. Las decisiones que se tomen en los primeros meses de su gestión marcarán el tono del resto del sexenio. Colectivos de familiares de desaparecidos, defensores de derechos humanos y organismos internacionales estarán observando cada paso del nuevo comisionado. Si logra transformar al INM en una institución más transparente, humana y eficiente, su paso podría representar un parteaguas. Pero si repite las mismas prácticas que sus antecesores, la crisis migratoria mexicana seguirá profundizándose. El desafío está planteado.

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