Zedillo, jefe político de la derecha intelectual

En una acción concertada, la noche del domingo pasado circularon adelantos de la revista Nexos de Héctor Aguilar Camín y de la revista Letras Libres de Enrique Krauze colocando en el centro del debate la figura del expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León como el jefe político de la derecha intelectual.

La biografía política Zedillo tiene mucha tela de donde cortar. En marzo de 1994, el presidente Salinas lo destapó como candidato presidencial sustituto para ocupar el espacio que dejó el asesinato político de Luis Donaldo Colosio y se convirtió en el beneficiario del crimen, sobre todo porque en Lomas taurinas se frenó en la alianza política de Colosio con Manuel Camacho Solís para posponer un poco el neoliberalismo y priorizar la reforma política democrática de la República.

Zedillo llegó con la bandera de la sana distancia con el PRI, pero manipuló a su gusto al partido en el poder y cuando los priístas se creyeron la autonomía y le cerraron el paso a los precandidatos neoliberales Guillermo Ortiz Martínez y José Ángel Gurría Treviño, Zedillo puso a Francisco Labastida Ochoa para que perdiera las elecciones porque había un pacto político con el Gobierno de Clinton y sobre todo con Vicente Fox y su compromiso de mantener la línea neoliberal que ni Colosio ni Labastida iban a continuar, dejando la continuidad del proyecto ideológico conservador en el grupo Banco de México al que él pertenecía y que estaba comandado por el jefe de los Chicago boys mexicanos, Francisco Gil Díaz.

La crisis devaluatoria de noviembre de 1994 fue corresponsabilidad del expresidente Salinas de Gortari y del propio Zedillo, el primero porque dejó secas las reservas del Banco de México y no pudo sostenerse la demanda de dólares y el nuevo presidente por su incapacidad para manejar los hilos del poder y permitir que su secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, filtrara la devaluación del 20 de noviembre y generará un caos en el tipo de cambio.

Zedillo fue el culpable de la crisis social que provocó la crisis económica de 1994-1995 y es responsable de que los mexicanos de los efectos sociales del Fobaproa que salvó a los banqueros y no a los deudores los mexicanos perdieron –reconocido por Zedillo– 25 años de bienestar con el alza de tasas de interés que obligó a los deudores de la banca a pagar tasas de más de 100% o entregar las llaves de sus vehículos o de sus casas por causa de créditos hipotecarios.

La historia de la sucesión presidencial de 1994 todavía tiene muchos capítulos por escribirse. El presidente Salinas de Gortari cinceló la figura de Luis Donaldo Colosio para enfilarlo como el sucesor presidencial y continuar y profundizar el proyecto neoliberal, pero el sonorense pactó con Camacho la reforma democrática y enfureció al presidente y a su superasesor Joseph-Marie Córdoba Montoya. El asesinato de Colosio impidió el camino democratizador de México y puso a Zedillo como candidato sustituto por representar mejor los intereses del proyecto neoliberal.

Zedillo, de formación tecnocrática en el Banco de México y en la Universidad de Yale –controlada por los Bush la mafia de Skull & Bones (“calaveras y huesos”)–, había perfilado las precandidaturas sucesorias de Ortiz Martínez y Gurría Treviño por su formación tecnocrática neoliberal, pero el PRI puso el candado de que los candidatos presidenciales deberían tener un cargo previo de elección popular, lo que los dos aspirantes de Zedillo no tenían.

El otro dato importante es, de nueva cuenta, la alianza política entre las dos formaciones intelectuales de mayor presencia mediática: el grupo (A)Nexos de Aguilar Camín que creció al amparo de contratos con Salinas y el grupo de Letras Libres de Krauze que no pudo llenar el espacio que dejaron Octavio Paz y las revistas Plural y Vuelta.

Camín y Krauze nacieron a la vida intelectual en 1972 participando en el suplemento La cultura en México de la revista Siempre que trató de identificar a los liberales por temor a decirles derechistas, y los dos firmaron un texto que Paz nunca olvidó y en los primeros números de Plural lanzó uno de sus juegos verbales demoledores y venenosos: Camín y Krauze son una “pareja de siameses intelectuales…, un medio cerebro en dos cabezas”. Más tarde de Paz incorporó a Krauze a Vuelta, pero el historiador nunca pudo superar la figura de Paz.

La acción concertada de Camín y Krauze en sus respectivas publicaciones para potenciar a Zedillo como la cabeza política del conservadurismo intelectual se ha venido acunando en el último año, pero sin éxito porque el expresidente vive en Estados Unidos, fue miembro de consejos de empresas estadounidenses y está combatiendo a Donald Trump por los recortes de presupuestos públicos a las universidades privadas.

Ahora la derecha intelectual es, parafraseando a Paz, de “medio cerebro en tres cabezas”

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Política para dummies: la política nunca puede ser una función intelectual. O al revés.

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