Por momentos, parecía una final. Por otros, un recuerdo del pasado glorioso. River le ganó 2-1 a Boca en el Monumental en un nuevo Superclásico que tuvo de todo: emoción, polémicas, homenajes, golazos y un cierre agónico con Armani en modo héroe. Fue la fecha 15 del torneo Apertura, pero para los más de 85.000 hinchas en Núñez, fue mucho más que un partido.
El dato que quedará para siempre: Franco Mastantuono, de apenas 17 años, se convirtió en el goleador más joven de la historia de River en un Superclásico. Y no lo hizo de cualquier forma: con un tiro libre de antología, a 28 metros del arco, que se clavó en el ángulo izquierdo de Marchesín. Una perla. Una postal eterna.Hasta el gol, el partido era parejo. Boca, con línea de cinco y sin Cavani ni Milton Giménez, intentaba aguantar y salir rápido. River, más ambicioso, empujaba con Mastantuono como eje. Y fue el pibe el que rompió el hielo con ese misil inatajable a los 25 minutos.
Pero Boca reaccionó. Aprovechó un error compartido entre Pezzella y Martínez Quarta para empatar con un gran remate de Merentiel, que sumó su tercer tanto en Superclásicos. Parecía injusto, pero el fútbol no siempre lo es.
Antes del descanso, River volvió a golpear: centro de Acuña, cabezazo de Driussi, rebote de Marchesín, y el propio delantero definió. Grito atronador.
El Monumental tembló.En el complemento, Boca creció. Gago movió el banco, entró Zeballos y el «Changuito» estuvo cerca de empatar con un remate cruzado. Mastantuono desperdició el 3-1 en un contragolpe en soledad, y entonces el sufrimiento fue inevitable. En el final, River se replegó. Y ahí apareció Franco Armani. Primero le sacó un cabezazo a Di Lollo con una volada espectacular.
Después, en el descuento, voló hacia su izquierda para tapar el intento de Costa. Dos atajadas que valieron un triunfo.
Al final, los jugadores de River celebraron como campeones. El festejo fue exagerado, sí. Pero justificado. No todos los días se le gana al eterno rival, menos con una joya adolescente como protagonista. «Fue un sueño hecho realidad», dijo Mastantuono, emocionado.
