El preocupante aumento del “asma de las tormentas” y otros eventos de alergia extremos

Billones de partículas de polen que habían sido absorbidas por las nubes a medida que se formaba la tormenta, estaban siendo divididas en fragmentos aún más pequeños por la lluvia, los truenos y la humedad, para luego ser arrojados de vuelta a la Tierra y ser inhalados por los humanos.

Era alrededor de las 18:00 del 21 de noviembre de 2016 cuando el aire en Melbourne se volvió mortal.

Las líneas telefónicas del servicio de emergencia australiano se encendieron, las personas con dificultades respiratorias empezaron a llenar los hospitales de la ciudad y había tanta demanda de ambulancias que los vehículos no podían llegar a los pacientes atrapados en sus casas.

En las salas de urgencias el número de personas con problemas respiratorios se multiplicó por ocho y los ingresos al hospital de afectados por asma creció casi diez veces. En total, diez personas murieron, incluyendo una joven estudiante de abogacía de 20 años que se desmayó en su jardín, esperando la ambulancia mientras su familia intentaba resucitarla.

Un sobreviviente describió cómo había estado respirando normalmente cuando, en cuestión de 30 minutos, se encontró jadeando por falta de aire. “Fue una locura”, le contó a los reporteros desde su cama en el hospital.

Paul Beggs, un científico de salud y medio ambiente y profesor de la Universidad Macquarie, en Sídney (Australia), recuerda el incidente bien. “Fue un evento absolutamente enorme. Sin precedente. Catastrófico”, afirma.

“La gente en Melbourne, los doctores, enfermeros y personas en las farmacias, nadie sabía lo que estaba pasando”, agrega.

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