“Capital al Cien” queda en el discurso; el tradicional paraje potosino es ahora un foco de infección olvidado por el alcalde Enrique Galindo

Mientras miles de potosinos siguen esperando que el agua llegue a sus casas y negocios, el alcalde Enrique Galindo Ceballos continúa de viaje, promoviendo programas fantasmas como el llamado “Capital al Cien”, que en la práctica no se reflejan en la calidad de vida de los ciudadanos. Uno de los ejemplos más evidentes del abandono es el antiguo paseo dominical hacia la presa de San José, hoy sumido en la basura, el deterioro y el olvido oficial.
Lo que alguna vez fue un punto de reunión familiar, gastronómico y deportivo para los potosinos se ha transformado en un muladar maloliente. El deterioro de la infraestructura ha obligado al desalojo de los últimos comerciantes que se aferraban a vender las emblemáticas gorditas, orgullo local. La inseguridad estructural y sanitaria ha convertido el lugar en una zona de riesgo.
El municipio decidió cerrar el acceso a la cortina de la presa para evitar accidentes, sin ofrecer alternativas ni plan de recuperación. Esta decisión no solo incrementó el abandono, sino que terminó por ahuyentar a los visitantes. La falta de mantenimiento, limpieza y vigilancia ha provocado que lo que era un pulmón y espacio de esparcimiento ahora sea evitado incluso por los propios vecinos.
El problema no termina ahí. La creciente presencia de lirio acuático, que avanza sin control, es muestra del desinterés total por parte de la administración municipal. No hay intervención ni política ambiental seria que impida que el ecosistema de la zona colapse. El paseo dejó de ser una opción para caminar, ejercitarse o simplemente convivir.
Las familias potosinas que antes acudían los fines de semana ahora deben buscar otros lugares. La tradición de visitar la presa, comer antojitos, subir las escalinatas o practicar actividades al aire libre como el rapel, ha sido desterrada. Las imágenes del pasado contrastan con la realidad: basura, agua estancada y abandono.
En este contexto, el club Atlético de San Luis anunció que trasladará su centro de entrenamiento a otro punto de la ciudad, debido al estado deplorable de la zona. El retiro del equipo es una señal clara de que ni siquiera un actor relevante como el fútbol local pudo sostenerse frente al abandono oficial. La promesa de rehabilitación quedó en palabras.
La marca “San Luis Amable” promovida por Enrique Galindo, resulta ofensiva para quienes recuerdan el paseo de la presa como un sitio de orgullo. Hoy ese lugar solo representa promesas rotas, indiferencia institucional y una administración más interesada en la promoción personal que en atender las necesidades básicas de la ciudadanía.