El papa argentino eligió descansar en la histórica basílica romana, guiado por su profunda devoción a la imagen de la ‘Salus Populi Romani’.

El papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, eligió como lugar de sepultura la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, motivado por su ferviente devoción a Nuestra Señora de las Nieves, representada en el icónico cuadro bizantino de la ‘Salus Populi Romani’. Esta imagen, protectora de los romanos, marcó profundamente el pontificado del primer papa latinoamericano de la historia.
Desde antes de su elección en 2013, Jorge Mario Bergoglio tenía un vínculo especial con esta advocación mariana. Durante sus más de doce años como líder de la Iglesia Católica, solía visitar la imagen antes y después de cada viaje apostólico, y acudía a orar ante ella en momentos clave de su ministerio, como lo hizo tras salir del hospital en marzo de este año.
La ‘Salus Populi Romani’ también fue central en uno de los momentos más conmovedores del papado de Francisco: la bendición extraordinaria del 27 de marzo de 2020 en plena pandemia. En una Plaza de San Pedro vacía, el papa rezó por el fin del coronavirus, acompañado del histórico crucifijo de San Marcelo y de la venerada imagen mariana.
A diferencia de sus predecesores inmediatos, como Benedicto XVI, Francisco rechazó la sepultura en las grutas vaticanas. En cambio, eligió descansar en una pequeña capilla de Santa María la Mayor, reafirmando su estilo humilde y su profunda cercanía con la espiritualidad popular y mariana.
Ubicada en la colina romana del Esquilino, Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas papales de Roma y la única que conserva gran parte de su estructura paleocristiana. Fue fundada, según la tradición, por un milagro: una nevada inexplicable en pleno verano del año 352 d.C., interpretada como señal divina para construir el templo.
Además de su importancia espiritual, la basílica guarda fuertes vínculos históricos con España. El papa Alejandro VI mandó hacer su famoso artesonado con el primer oro traído de América. La realeza española ha sido reconocida como su principal benefactora, ostentando hasta hoy el título de “protocanónigo honorario”.
La decisión de Francisco también tiene un trasfondo simbólico. Su deseo de descansar en un lugar abierto al pueblo, lejos de los suntuosos mausoleos, refleja su estilo pastoral y su mensaje constante de misericordia, sencillez y cercanía con los más vulnerables, como lo fue su pontificado desde el primer día.
Con su reposo eterno bajo la mirada de la Virgen de las Nieves, el papa Francisco vuelve al corazón de Roma como peregrino agradecido, cerrando un ciclo que siempre lo unió a la fe popular, a la protección maternal de María, y al pueblo que tanto amó servir desde el trono de Pedro.