El papa Francisco, el ‘cuervo’ eterno; San Lorenzo despide a su hincha más ilustre

Jorge Bergoglio, ‘pata dura’ del barrio de Flores y devoto de San Lorenzo, falleció a los 88 años en la Casa Santa Marta.

Desde su infancia en el barrio de Flores hasta su último día en la Casa Santa Marta, el papa Francisco nunca dejó de ser un apasionado del futbol ni de su amado club San Lorenzo. El pontífice, fallecido este lunes 21 de abril de 2025 a las 7:35 horas, se identificaba como un “pata dura” en la cancha, pero con un corazón que latía al ritmo del “Ciclón”. En su autobiografía Esperanza, escrita junto a Carlo Musso, recordó que aunque no era hábil, amaba jugar, sobre todo como portero. Y nunca olvidó a los ídolos del San Lorenzo de 1946 que marcaron su infancia.

San Lorenzo, fundado en 1908 por el padre Lorenzo Massa, fue el equipo del que Bergoglio se enamoró de niño. En los terrenos baldíos del potrero soñaba con Farro, Martino, Pontoni y el Viejo Gasómetro, estadio al que asistía junto a su padre. En la autobiografía publicada este año, recordó con lujo de detalle la alineación completa de aquel histórico once. Esa fidelidad no se esfumó con el tiempo ni con el cargo. Ya como pontífice, Francisco no ocultó su afición, recibiendo delegaciones deportivas y saludando a feligreses con camisetas azulgranas.

La influencia de su amor por el futbol se notó en su pontificado. Fue común verlo utilizar metáforas deportivas para explicar la fe, llamar “jugadores” a los discípulos del Señor, y hablar de la vida como un “partido valiente y honrado”. Incluso participó simbólicamente en eventos como el Super Bowl con mensajes de paz y solidaridad. En sus palabras, el deporte era una vía de superación, disciplina y comunión, una filosofía de vida con raíz cristiana. Su vida fue testimonio de ese puente entre lo espiritual y lo deportivo.

En 2014, el papa Francisco tocó el cielo futbolístico con la victoria de San Lorenzo en la Copa Libertadores. Una delegación del club viajó hasta El Vaticano con el trofeo, y el arquero Sebastián Torrico le llevó los guantes. Según Matías Lammens, entonces presidente del club, Francisco se despertó a las cuatro de la mañana para saber el resultado. Fue una alegría inolvidable para el pontífice, quien reconoció el gesto con humildad y emoción. En el museo del Nuevo Gasómetro, una estatua lo recuerda con sotana papal y bufanda azulgrana.

Más allá de San Lorenzo, Francisco fue también un fervoroso hincha de la Albiceleste. Disfrutó los Mundiales ganados por Argentina en 1978, 1986 y 2022. Sobre Diego Maradona expresó admiración y también tristeza por su fragilidad. En una entrevista de 2021, lo llamó “un poeta del campo”, alguien que dio alegría a millones. Recordó cómo le preguntó en persona cuál había sido “la mano incriminada”, en alusión a la célebre ‘mano de Dios’. Francisco vivió el futbol con pasión y humanidad, como parte de su identidad y espiritualidad.

Su legado también abarca un enfoque social del deporte. En diversas ocasiones, exaltó la función del futbol y otras disciplinas como herramientas de inclusión, valores y esperanza. Para él, el deporte no solo forma el cuerpo, sino también el alma. Esa visión coincide con el origen mismo de San Lorenzo, creado por un sacerdote que vio en el futbol una forma de alejar a los jóvenes del peligro de la calle. Así, Francisco unió su vocación con su afición, haciendo del deporte una parábola constante en su mensaje pastoral.

San Lorenzo, el club de sus amores, ha anunciado que su nuevo estadio llevará el nombre de Papa Francisco, ubicado en los terrenos del Viejo Gasómetro. Aunque en vida expresó que no le entusiasmaba la idea, la institución considera que es un homenaje merecido a su hincha más ilustre. Desde lo alto, el ‘pata dura’ seguirá alentando con bufanda azulgrana. Como él mismo dijo en su libro, nunca olvidó el equipo de su niñez. Su corazón fue cuervo hasta el final, como niño, como hombre, como sacerdote y como papa.

Con la partida de Jorge Mario Bergoglio, el mundo despide al primer papa latinoamericano, pero también a un hincha que llevó el futbol al Vaticano. Su pontificado quedará marcado por su cercanía al pueblo, su humildad y su amor por el deporte. San Lorenzo lo recordará como el hincha eterno que inmortalizó una pasión con sotana y solideo. Y la historia, como dijo en su autobiografía, lo evocará como aquel chico feliz, aunque ‘pata dura’, que soñaba con goles mientras jugaba en el potrero del barrio de Flores.

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