Cosas de la Ciudad; San Luis entre la cultura de luto y la ley ausente

Por: El Diablo Cojuelo

LUTO– San Luis Potosí pierde a un gigante. El maestro José Miramontes Zapata, fundador de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí (OSSLP), falleció días después de dirigir una de las obras más emblemáticas del repertorio clásico: el Réquiem de Fauré. Fue su despedida, sin que lo supiéramos. Su legado trasciende partituras, pues forjó generaciones enteras de músicos, consolidó una de las instituciones culturales más importantes del estado y llevó la música clásica a espacios públicos donde antes no se escuchaba. Su deceso deja un vacío no solo artístico, sino también institucional. ¿Quién tomará la batuta? ¿Qué visión seguirá la OSSLP sin su fundador? Más allá de homenajes y comunicados, es vital asegurar la continuidad del proyecto musical que él construyó con décadas de esfuerzo. El duelo debe convertirse en acción: recursos, apoyos y dirección comprometida. La cultura potosina está de luto, pero también en una encrucijada.

DESCONTROL– Las noches en la capital potosina se han convertido en territorio sin ley. Motociclistas sin casco ni sentido común se apoderan de las calles, haciendo caballitos, pasándose los altos y poniendo en riesgo a peatones y conductores. La situación, ya crítica, se agrava con la total inacción de Tránsito Municipal, cuya presencia es inexistente cuando más se necesita. La ciudadanía reporta hordas de “motonetos” actuando con impunidad, y no es exageración. Mientras el alcalde Enrique Galindo presume operativos de seguridad, la realidad es que la ley se suspende cuando cae el sol. No se trata solo de molestia vecinal, sino de un problema de seguridad pública que puede derivar en tragedias. Peatones han sido atropellados y muchas veces no hay ni seguimiento, ni castigo. Si las reglas no se aplican, la anarquía se institucionaliza. Es hora de que el municipio actúe con firmeza antes de que esto cueste más vidas.

ALARMA-El dengue avanza peligrosamente en San Luis Potosí. Casi 4 de cada 10 casos detectados se consideran graves o alarmantes. Hasta la semana epidemiológica 15 ya se reportan 127 casos confirmados, lo que refleja una tendencia que debería prender focos rojos en la Secretaría de Salud. El problema no es nuevo, pero sí mal atendido. Las campañas preventivas son casi inexistentes y los operativos de fumigación brillan por su escasez. La temporada de lluvias está a la vuelta de la esquina, lo que solo agravará la situación si no se actúa con anticipación. ¿Dónde están las brigadas de descacharrización? ¿Dónde las medidas comunitarias para reducir criaderos? El sistema de salud pública vuelve a ser reactivo cuando debería ser proactivo. Y mientras tanto, la ciudadanía paga el precio con su salud. El dengue, aunque prevenible, se convierte en una amenaza cada año por la misma razón: falta de estrategia y prevención.

ENCUBRIMIENTO– Grave y lamentable, el caso de presunto abuso sexual en el Instituto Potosino Marista pone de nuevo sobre la mesa el encubrimiento institucional en espacios educativos privados. En lugar de ofrecer colaboración inmediata, la dirección del colegio responde en pleno Sábado de Gloria con un comunicado ambiguo, señalando “difusión de información sensible” y asegurando que han cumplido «a cabalidad». La redacción defensiva y la falta de transparencia generan más dudas que certezas. La prioridad debería ser la verdad, no la reputación institucional. En casos tan delicados, el silencio o la opacidad solo revictimizan. Padres de familia, docentes y sociedad merecen respuestas claras y contundentes. La justicia no puede interrumpirse por vacaciones ni por presiones internas. Que el abuso ocurra en una institución de prestigio no lo hace menos grave; al contrario, exige un nivel de escrutinio aún mayor. La protección de menores debe estar por encima de cualquier marca escolar.

DESABASTO– Durante la Semana Santa, usuarios del transporte urbano reclamaron la reducción drástica del servicio en un momento en que la movilidad debería garantizarse. Los permisionarios justificaron la baja con un argumento cíclico: según ellos, la demanda cae hasta un 70%. Sin embargo, la realidad muestra paradas llenas y unidades saturadas. La lógica económica choca con la necesidad social. ¿Acaso el transporte público no es un derecho básico? Ajustar frecuencias sin previo aviso afecta principalmente a quienes no tienen otra forma de desplazarse: trabajadores, adultos mayores, estudiantes de cursos y quienes dependen del camión para acceder a servicios. Si bien es válido ajustar rutas, es irresponsable hacerlo sin una estrategia clara ni información oportuna. Lo que se necesita no es solo más unidades, sino también un modelo de transporte moderno, eficiente y sensible a las necesidades reales de la población. No puede seguirse manejando el sistema como si fuera negocio privado.

ABUSOS– Comerciantes del centro histórico viven un viacrucis distinto. En lugar de promoción y apoyo, enfrentan operativos hostiles que les decomisan mercancía, los multan y los acosan bajo el argumento de “obstrucción de vía pública”. Aunque algunos casos podrían justificar medidas correctivas, la mayoría de los vendedores son microempresarios que luchan por sobrevivir. La Dirección de Comercio actúa con prepotencia, y los operativos parecen más una estrategia recaudatoria que una medida de orden urbano. Existen formas de regular sin reprimir, de ordenar sin atropellar. Pero aquí se opta por la confrontación. ¿Dónde están los espacios alternativos que prometieron para reubicarlos? ¿Dónde el diálogo con los afectados? El comercio informal es parte de la economía local y merece ser tratado con dignidad. Atacar a los más débiles no es autoridad, es abuso. Si el Ayuntamiento quiere orden, debe empezar por establecer canales de acuerdo y no de castigo unilateral.

TRAGEDIA– Los accidentes en carretera siguen cobrando vidas en San Luis Potosí. En muchos casos, el exceso de velocidad, el desconocimiento de las rutas y la falta de señalética contribuyen a estos siniestros. A pesar de ello, la presencia de cuerpos de emergencia o unidades de auxilio vial sigue siendo insuficiente. En temporada vacacional, cuando el flujo vehicular aumenta significativamente, se espera una reacción institucional que simplemente no llega. Peor aún, las carreteras estatales siguen sin mantenimiento adecuado: baches, curvas peligrosas sin advertencia y falta de iluminación nocturna convierten el trayecto en una ruleta rusa. ¿Cuántas tragedias más se necesitan para entender que la seguridad vial es una prioridad? La prevención no puede limitarse a campañas en redes sociales. Se necesita presencia real, vigilancia constante, y sobre todo, una estrategia de infraestructura y educación vial que no sólo castigue, sino también salve vidas. El volante es peligroso en un estado que no protege.

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