El poder no se mide en autoridad: Iglesia

En el marco de la celebración del Lavatorio de Pies, el Arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe, subrayó que en tiempos de división y desesperanza, se debe interpelar a los servidores públicos, para que antepongan el bien común, la humildad y el diálogo en sus acciones cotidianas

El Arzobispo Jorge Alberto Cavazos, revivió el gesto de humildad de Cristo en Jueves Santo

En una ceremonia profundamente simbólica, el Arzobispo de San Luis Potosí, Jorge Alberto Cavazos Arizpe, presidió este Jueves Santo la Misa Vespertina de la Cena del Señor en la Catedral Metropolitana, donde realizó el tradicional Lavatorio de los Pies a 12 personas, evocando el acto de servicio y amor que Cristo tuvo hacia sus discípulos antes de su Pasión.

Durante la lectura del Evangelio según san Juan (13, 1-15), se recordó cómo Jesús, sabiendo que su hora se acercaba, “amó a los suyos hasta el extremo” y, despojándose de su manto, lavó los pies de sus discípulos, enseñándoles con este gesto la verdadera dimensión del amor y la humildad cristiana.

Frente a cientos de feligreses congregados en el templo principal de la capital potosina, el Arzobispo enfatizó que el Lavatorio de los Pies no es una representación vacía, sino un llamado vivo a todos los creyentes para imitar el servicio desinteresado y la compasión de Cristo, especialmente hacia los más vulnerables.

En su homilía, Cavazos Arizpe reflexionó: “No basta con mirar a Cristo; hay que seguir su ejemplo. Si Él, siendo Señor y Maestro, se inclinó ante sus discípulos, nosotros también debemos aprender a servir, a perdonar y a amar sin reservas”.

Los 12 participantes del lavatorio representaron a diversos sectores de la comunidad: trabajadores, mujeres líderes de colonia, migrantes retornados, enfermeros y adultos mayores. El acto fue acompañado de cantos litúrgicos que acentuaron la solemnidad y el sentido comunitario de la ceremonia.

El Arzobispo subrayó que en tiempos de división y desesperanza, este gesto cristiano debe interpelar a todos, especialmente a los servidores públicos, para que antepongan el bien común, la humildad y el diálogo en sus acciones cotidianas.

“El poder no se mide en autoridad, sino en cuánto se está dispuesto a amar”, afirmó Cavazos Arispe.

Al final de la misa, los asistentes participaron en la adoración eucarística, dando inicio a la Hora Santa en silencio, recordando el momento en que Jesús fue arrestado. La Catedral Metropolitana permaneció abierta para la oración personal durante toda la noche.

Con este rito solemne, la Iglesia potosina se une a millones de católicos en el mundo que viven los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, con la esperanza renovada de un mundo más fraterno, justo y solidario.

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