El Vaticano no asegura su participación en los actos litúrgicos; su salud sigue frágil.

El Papa Francisco no participará en el tradicional Vía Crucis de este Viernes Santo en el Coliseo de Roma debido a su delicado estado de salud, aunque dejó escritas las meditaciones que serán leídas durante el rito, presidido por el cardenal Baldassare Reina, vicario de Roma. El Vaticano ha anunciado que la presencia del pontífice en los actos de Semana Santa no será confirmada con anticipación, por lo que sus apariciones serán por sorpresa.
Esta ausencia, a diferencia de años anteriores en que se anunció de último momento, ya estaba prevista, pues el Papa continúa recuperándose de una infección respiratoria que lo mantuvo hospitalizado durante 38 días en el hospital Gemelli de Roma. A sus 88 años, su agenda pública sigue limitada, y aunque mantiene actividad pastoral, su estado de salud impide compromisos prolongados o en condiciones de clima adverso.
En las meditaciones del Vía Crucis, el Papa reflexiona sobre la vida cotidiana como un camino de cruz, en el que «por lo general vamos en dirección opuesta a la tuya», dice dirigiéndose a Cristo. Sin embargo, asegura que precisamente en esa contradicción, las personas pueden encontrarse con el rostro y la mirada del Salvador. La liturgia de las 14 estaciones será guiada por textos que el mismo Papa dejó escritos.
Francisco denuncia una “economía deshumana” en la que “noventa y nueve valen más que uno”, y la contrasta con la “economía de Dios”, humilde, que “no mata ni aplasta”. Sus palabras buscan dejar un mensaje crítico sobre la lógica implacable del mundo moderno, dominado —dice— por algoritmos, intereses fríos y cálculos que excluyen.
En cada estación, el Papa escribe una oración en la que pide por “los que están en las fronteras”, por quienes “sienten que su viaje ha terminado”, y por aquellos que no tienen voz ni poder. También eleva plegarias para desafiar lo que denomina “una economía que mata” y llama a abrazar una espiritualidad de inclusión y justicia.
En una de las invocaciones más emotivas, Francisco ruega: “Concede a tu Iglesia paz y unidad, Señor Jesús, que llevas las heridas de nuestra historia”. Reconoce así las divisiones internas y externas del mundo católico, al tiempo que insiste en la necesidad de sanar las heridas colectivas con fe y reconciliación.
Al término del Vía Crucis, el Papa desea paz “para todas las naciones”, y extiende su mensaje a la naturaleza y los invisibles del mundo. “Que venga tu paz para quien no tiene poder ni dinero, para quien espera un renacer justo”, escribió como deseo final de la meditación, que concluye con una cita de san Francisco, pidiendo el “don de la conversión del corazón”.
El jueves, Francisco hizo un esfuerzo simbólico para mantener viva su tradición de los Jueves Santos y visitó la cárcel de Regina Coeli, en el barrio de Trastevere, donde se encontró con 70 reclusos. Aún no se ha confirmado si podrá presidir la misa de Pascua ni impartir la bendición ‘Urbi et Orbi’ desde el balcón de la basílica de San Pedro este Domingo de Resurrección.