La universidad rechaza presiones sobre contrataciones y programas; conservadores también cuestionan decisión

La Administración Trump anunció el congelamiento de dos mil 200 millones de dólares en fondos federales destinados a la Universidad de Harvard, en una escalada de tensiones ideológicas que ha encendido un debate nacional sobre la autonomía universitaria en Estados Unidos. El presidente Donald Trump justificó la medida señalando que Harvard “solo enseña fracaso” y está plagada de “radicales de izquierda”.
El conflicto estalló luego de que la universidad se negara a cumplir demandas gubernamentales para poner fin a sus programas de diversidad, vigilar la orientación ideológica de estudiantes extranjeros y endurecer su postura frente a protestas propalestinas, tras ser acusada por el Gobierno de tolerar el antisemitismo en su campus.
Trump arremetió contra la institución a través de su red social, criticando sus políticas académicas y de contratación. Además, amenazó con retirarle su estatus de exención fiscal, acusándola de ser “un bastión del progresismo” que no merece financiamiento público. Harvard respondió con firmeza: “Ningún gobierno debería dictar qué puede enseñar una universidad privada”, dijo el presidente Alan Garber.
El editorial de The Wall Street Journal, titulado Donald Trump quiere dirigir Harvard, cuestionó el intento de microgestión por parte del Ejecutivo. El texto se preguntó irónicamente si la universidad tendría que pedir a sus solicitantes que declaren su apoyo a Trump para poder ser admitidos, calificando la presión del Gobierno como un precedente preocupante.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) también se vio afectado, al confirmar la revocación de visados a estudiantes vinculados con expresiones propalestinas. Su presidenta, Sally Kornbluth, advirtió que estas acciones perjudicarán la llegada de talento internacional y debilitarán el liderazgo científico de EE.UU.
A pesar del rechazo generalizado entre académicos y sectores conservadores moderados, Trump ha encontrado apoyo en comentaristas como Michael Goodwin, de Fox News y el New York Post, quien considera que universidades como Harvard, Columbia, Yale y Berkeley son “centros de antiamericanismo” y fuentes de antisemitismo.
La controversia marca un punto crítico en la relación entre el Gobierno federal y las universidades privadas, y refleja un clima de creciente polarización política. Las decisiones de Trump han desatado preocupación entre estudiantes, académicos y defensores de la libertad de expresión, que temen una intromisión sin precedentes en la vida universitaria.
Hasta el momento, Harvard ha mantenido su postura desafiante. La comunidad académica internacional observa con atención este caso, que podría definir los límites entre la autonomía educativa y el control ideológico por parte del Estado en los próximos años.