
El Betis quiere olvidar lo antes posible su tropiezo ante el Villarreal y el puñado de consecuencias que motivó. Una de ellas fue la lesión de Diego Llorente. El central verdiblanco sufrió una dolencia muscular tras intentar acudir al corte en una conducción de Ayoze y las alarmas se encendieron de forma inmediata.
Manos a la cabeza y una camilla para decir adiós al partido y quizás a gran parte de lo que resta de temporada. A falta de estudios médicos, Pellegrini lo dejó claro: tiene ya difícil llegar al tramo final de Liga. Y su baja no es una dificultad menor para el equipo bético, que tiene en él a una de sus bazas más fiables a nivel defensivo.
Pellegrini tiene un desafío por delante. Quiere pelear en Liga y Conference mientras los descansos deben seguir entregándose en su plantilla. Sabe que la suma de minutos de algunos jugadores puede poner en peligro el rendimiento óptimo en los encuentros que restan. Sin Llorente, tiene a Bartra y Natan en escena. Cruza los dedos para que el primero no recaiga de sus habituales molestias físicas y el segundo esquive los peligros de sanción en Europa.
Uno de los focos será Ricardo Rodríguez. El suizo, asentado ahora como lateral izquierdo y con un rendimiento mejorado respecto al inicio de campaña, llegó al Betis en un contexto claro: Pellegrini dio el visto bueno al club para que fuese el elegido y que incluso optase a completar esa vía del cuarto central que podía llegar. Quiso a Ricardo en escena para la banda y para ser su cuarta vía en un hipotético caso de necesidad.