
Gran sacudida de impacto global, con múltiples y diferenciados efectos, es lo que hemos vivido tras los anuncios realizados el 2 de abril pasado por el presidente de los Estados Unidos de América (EUA), Donald Trump (DT), de imponer tasas impositivas o aranceles a todos los países. El fenómeno mundial, que ya lleva diez días con sus réplicas y contrarréplicas, ha sido impresionante y bien puede compararse con un terremoto a escala mundial ya que los efectos devastadores se han dejado sentir a nivel global y ninguna región del planeta ha escapado de sus alcances. Si bien es cierto nadie puede llamarse a sorprendido dado que el señor DT había advertido desde mucho antes de iniciar su segundo mandato el 20 de enero al frente de la Casa Blanca lo que pretendía hacer, la verdad es que nadie se imaginó que lo fuera a hacer con tal determinación y que frente a China y países Asiáticos o en su relación con los de la Unión Europea tomara decisiones tan contundentes.
Ya no hay cabida a la especulación, los hechos son los hechos y la nueva realidad ahí está. Con toda seguridad los escenarios se van a ir modificando, pero lo real es que el mundo ya cambió y se están empezando a diseñar las nuevas reglas del juego comercial, político y de convivencia mundial del cual somos indeclinablemente parte como vecinos de la potencia EUA que está moviendo el tablero del juego en el planeta. Entender y entendernos en esa circunstancia nos invita a ponernos adelante para que a la par de atender las situaciones de emergencia-urgencia también vayamos aprovechando las grandes oportunidades que se avizoran. Una de esas grandes oportunidades es, sin duda, acelerar los procesos de adaptación para convertirnos en una de las naciones más competitivas del orbe dado que el proteccionismo que impulsa DT tiende a ser uno de carácter regional y eso a nuestro país le conviene sobremanera.
Si bien es cierto enfrentamos algunos retos inmediatos (como la dificultad de anticipar lo que sucederá en las próximas semanas, porque además de ser muy difícil predecir el futuro aún no se puede anticipar el tiempo en el que terminarán de asentarse las nuevas reglas), o la incertidumbre derivada del comportamiento de los últimos días en los mercados bursátiles que precisamente lo que rechazan es la incertidumbre, misma que ha provocado que las empresas sean mucho más cautas y por lo mismo han dilatado la toma de decisiones de los corporativos en la implementación de nuevas inversiones. En un cuadro político y económico complejo como el que estamos viviendo, es muy relevante ser audaces y tomar las decisiones día a día (tal vez minuto a minuto) sin dejar de mirar al largo plazo porque en algún momento se estabilizará el nuevo orden mundial.
El terremoto arancelario mundial nos invita a impulsar la competitividad nacional, y esto debe hacerse desde el frente gubernamental pero también desde el ámbito privado. Es así que debemos tener claro lo que los especialistas nos dicen en cuanto a que hay una serie de factores que determinan la competitividad de las empresas y que estos pasan por el financiamiento de los proyectos; los temas fiscales y administrativos de las empresas; invertir en tecnología y elevar el valor de nuestros productos; fortalecer la calidad de los productos (tanto en el bienes como en los servicios y en la gestión empresarial); abonar al diseño de los productos ya que un bien diseñado provoca que el consumidor final esté más predispuesto a tener en consideración otros factores como la funcionalidad, la imagen, la estética o el carácter simbólico; la marca como un factor clave para diferenciar el bien o servicio del de los competidores y en donde la flexibilidad para responder a las exigencias locales (marca global vs marca local) y el registro de la marca son dos de los aspectos más relevantes; la comunicación (publicidad, el marketing directo, las relaciones públicas, las ferias, la relación con los medios o la página web resultan fundamentales a la hora de abordar nuevos mercados); la inteligencia económica (para anticiparse a decisiones de los competidores, reducir riesgos, estar permanentemente informada e innovar a la hora de tomar decisiones claves); la logística ya que los clientes valoran cada vez más aspectos como la confianza en la entrega, la flexibilidad o la capacidad de respuesta; los recursos humanos (la formación internacional de empleados y directivos y la definición de la estructura organizativa (personal local / ejecutivo volante de la matriz / expatriación) son aspectos determinantes para el éxito de la actividad internacional; y, finalmente, las alianzas estratégicas que facilitan la entrada en nuevos mercados y permiten la reducción de costes y riesgos.
Frente al terremoto arancelario mundial y en el tema comercial, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum está haciendo su parte con las negociaciones que lleva a cabo el Secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard Casaubon. Toca a los empresarios y emprendedores mexicanos y a los inversionistas extranjeros en nuestro país ubicarse en las nuevas dinámicas para que también hagan su parte y entre todos construyamos las bases de un nuevo desarrollo nacional inclusivo e incluyente en el que logremos la prosperidad compartida.