Cosas de la Ciudad; Entre abandono y autoridad; el pueblo exige orden y dignidad

Por: El Diablo Cojuelo

REUBICACIÓN – La nueva disposición de evitar la venta de comida chatarra cerca de escuelas, aunque respaldada por un mandato presidencial, ha generado malestar entre comerciantes ambulantes. La Dirección de Comercio Municipal solicita que simplemente “se alejen un poco” de las escuelas, pero ¿a dónde? Muchos de estos vendedores dependen de estos puntos para sobrevivir. La medida se implementa sin ofrecer alternativas claras de reubicación, sin mesas de diálogo ni apoyos concretos. La criminalización del comercio informal no resolverá la obesidad infantil si no se acompaña de una estrategia integral que involucre educación alimentaria, regulación real de productos en tiendas y opciones saludables accesibles. Esta política, aplicada con mano dura pero poca empatía, puede terminar siendo injusta e ineficaz. El Estado no puede simplemente desplazarlos y esperar que se adapten mágicamente. Se necesita visión social, no solo cumplimiento de órdenes verticales.

NEGLIGENCIA – Una vida perdida por un poste mal asegurado es una tragedia que debía evitarse. El caso del motociclista que falleció en Villa Magna tras ser aplastado por un poste de alumbrado no es un accidente aislado: es el resultado de años de abandono en infraestructura urbana. ¿Cuántos postes más están corroídos, cuántas tapas de alcantarilla faltan, cuántos árboles no se podan? La ciudad está llena de riesgos invisibles que solo se vuelven urgentes cuando ya hay víctimas. Las autoridades deben hacer revisiones preventivas, no solo reaccionar después del desastre. Las condolencias no bastan cuando se trata de vidas humanas. Exigimos una auditoría inmediata y pública del estado de toda la infraestructura urbana de la capital, con seguimiento real y sanciones para quienes no cumplen su función. La negligencia también mata. Y esta vez, el precio fue una vida que no debió perderse.

TURISMO – El flujo de turistas en el Centro Histórico comienza a crecer, y todo indica que será una Semana Santa récord. Sin embargo, este auge no debe ocultar los pendientes crónicos de la ciudad. Años de recibir visitantes sin resolver el caos vial, la basura, la falta de señalización adecuada y los servicios públicos deficientes, solo generan una fachada momentánea que se cae al primer descuido. ¿Está la ciudad verdaderamente lista para recibir con dignidad a sus visitantes y darles una experiencia segura, limpia y ordenada? Más allá de la promoción turística, se necesita una visión integral que incluya desde mantenimiento de espacios hasta atención médica de emergencia. No se puede apostar solo por la derrama económica sin preocuparse por la calidad de vida de los propios ciudadanos. Si queremos turismo de calidad, primero debemos ofrecer una ciudad digna para vivir.

SALUD – Las variaciones extremas de temperatura están causando estragos en la salud de niñas, niños, adultos mayores y personas con padecimientos respiratorios. En cuestión de horas, se pasa del calor intenso al viento frío y noches con temperaturas que bajan drásticamente. Las consultas por gripes, tos y bronquitis aumentan en centros de salud que ya operan al límite. Las autoridades sanitarias deben emitir alertas claras, reforzar campañas preventivas, y asegurar el abasto de medicamentos. Además, debe priorizarse la atención en zonas vulnerables donde hay menos acceso a servicios médicos. Los cambios climáticos son un hecho, pero su impacto se puede mitigar si hay previsión. Esperar a que los hospitales colapsen o que se llenen las salas de espera es irresponsable. La salud pública debe actuar con anticipación, y no solo con reacciones mediáticas. Proteger la salud empieza por informar y prevenir a tiempo.

ABUSOS – La temporada vacacional no solo trae visitantes, sino también oportunismo de algunos transportistas. Usuarios han reportado cobros excesivos por parte de taxistas que, sin medidores visibles o tarifas oficiales, aprovechan la afluencia turística para inflar precios impunemente. La SCT tiene la obligación de implementar operativos de inspección constantes, especialmente en zonas de alto tránsito como terminales, el Centro Histórico y plazas comerciales. El abuso al turista no solo daña su bolsillo, sino también la imagen de toda la ciudad. Pero no solo son los visitantes: los mismos potosinos sufren estas prácticas cotidianamente. Necesitamos tarifas claras, visibles y sanciones ejemplares a quienes no las respeten. También urge una línea de denuncia accesible y eficaz. La movilidad urbana debe ser un derecho, no una lotería. No se puede permitir que la informalidad y el abuso se disfracen de servicio público. Hay que poner orden ya.

INSEGURIDAD – Desde las colonias populares hasta el centro histórico, el temor se ha vuelto parte del día a día en San Luis Potosí. Robos a mano armada, extorsiones telefónicas, fraudes bancarios y hasta secuestros han dejado de ser hechos aislados para convertirse en un patrón alarmante. Mientras las autoridades ofrecen discursos y cifras maquilladas, la ciudadanía vive con la constante preocupación de no saber si regresará con bien a casa. Los comerciantes ya no denuncian, los vecinos se organizan como pueden y las cámaras de vigilancia no inhiben los delitos. El pueblo exige resultados reales, no simulaciones.

AMBIENTE – La crisis hídrica en San Luis Potosí ya no es un pronóstico: es una realidad que golpea todos los días a miles de familias que abren la llave y no reciben ni una gota. El acceso al agua, un derecho humano, se ha convertido en un lujo desigual. La contaminación atmosférica en la capital potosina es otro problema grave que sigue sin recibir atención suficiente. La mala calidad del aire impacta directamente en la salud de quienes viven cerca de industrias, avenidas congestionadas y tiraderos clandestinos. Las enfermedades respiratorias aumentan, pero no hay monitoreos ni estrategias públicas eficaces.

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