Sin actos cívicos ni homenajes, el natalicio del líder democrático pasó desapercibido.

El aniversario del natalicio de Salvador Nava Martínez, una de las figuras más emblemáticas de la lucha democrática en San Luis Potosí y en México, fue ignorado por quienes se benefician de su legado. Su tumba en el panteón El Saucito y su estatua en la Plaza de la Democracia permanecieron desoladas, sin ceremonias ni homenajes públicos.
La lápida con la inscripción “Democracia y Libertad” lució descuidada, reflejando un vacío simbólico que contrasta con la importancia histórica de Nava, quien encabezó movimientos pacíficos por elecciones libres y transparentes en las décadas de los 50 y 90.
Este olvido resalta la doble moral de ciertos actores políticos que evocan el nombre de Nava durante campañas electorales, pero olvidan sus principios una vez en el poder. La omisión de este homenaje también ha despertado críticas ciudadanas por la falta de compromiso con los ideales de justicia y participación que él defendió.
Incluso familiares que han alcanzado cargos públicos han sido señalados por haberse alejado del ideario ético que Nava promovió con firmeza. Para algunos, este distanciamiento representa una traición a la memoria de quien entregó su vida por una democracia verdadera.
La estatua que alguna vez fue punto de encuentro para manifestaciones cívicas, hoy parece disolverse en la indiferencia colectiva, símbolo del desgaste de la memoria histórica.
El aniversario pasó sin eco institucional, abriendo nuevamente la reflexión sobre qué tan viva permanece la herencia de Salvador Nava en la vida política de San Luis Potosí.