El Misterioso Callejón de las Manitas

En el vibrante centro histórico de San Luis Potosí, se encuentra un rincón que ha cautivado la imaginación de generaciones: el enigmático Callejón de las Manitas. Este estrecho pasaje, que apenas alcanza unos metros de ancho, guarda un misterio que ha perdurado a lo largo de los siglos: las huellas de manos pequeñas que cubren sus paredes. Estas marcas han sido el eje de diversas leyendas y relatos populares que siguen intrigando tanto a los residentes como a los turistas que visitan la ciudad.

El Callejón de las Manitas, situado cerca de la Plaza de Armas y otros monumentos emblemáticos, se ha ganado una destacada posición en el imaginario colectivo de San Luis Potosí. Es un lugar cargado de historia, misterio y, por supuesto, un aura de leyenda que sigue alimentando las curiosidades de quienes se atreven a conocerlo.

El origen de las manitas: la trágica historia del Padre Gómez

La leyenda más conocida acerca del origen de las huellas de manos pequeñas involucra al sacerdote Antonio Gómez González, un hombre de gran respeto en la ciudad por su labor como catedrático en el Colegio Guadalupano Josefino (hoy conocido como la Universidad Autónoma de San Luis Potosí). En enero de 1851, el padre Gómez llegó al callejón junto con dos jóvenes sirvientes, Manuel Salas y Cruz Castañeda, tras un largo viaje que había comenzado en noviembre del año anterior.

Una noche, después de haber pasado varios meses fuera, el sacerdote fue hallado muerto en su habitación con signos evidentes de violencia. La noticia del crimen se extendió rápidamente por la ciudad, y tras una investigación que incluyó presiones y torturas a los jóvenes sirvientes, estos finalmente confesaron el asesinato, alegando que el sacerdote los había maltratado, lo que los llevó a vengarse.

Tras ser condenados a muerte, los jóvenes fueron ejecutados públicamente, y sus manos fueron amputadas y clavadas en la pared del lugar donde ocurrió el crimen, como una advertencia. La leyenda comenzó a circular: se decía que las manos de los jóvenes seguían apareciendo en las paredes del callejón, y con el tiempo, el lugar pasó a ser conocido como «El Callejón de las Manitas».

Otras leyendas y misterios

Si bien la historia del padre Gómez es la más conocida, existen otras versiones de la leyenda que han sido transmitidas a lo largo de los años. Una de las más populares sostiene que las huellas pertenecen a niños que trabajaron en la construcción de la ciudad durante la época colonial. Según esta versión, como una especie de despedida, los niños impregnaron sus manos en las paredes del callejón.

Otra leyenda menos conocida pero igualmente intrigante sugiere que las huellas son el resultado de apariciones espectrales. Algunos lugareños creen que las manos son el intento de almas en pena de comunicarse con el mundo de los vivos. Estas historias alimentan la mística que rodea al lugar, haciendo que el callejón sea aún más fascinante.

El callejón hoy en día

Hoy en día, el Callejón de las Manitas se ha convertido en un popular destino turístico. Su historia, unida a la belleza arquitectónica del área, atrae a quienes buscan explorar los misterios de San Luis Potosí. Los visitantes no solo quedan cautivados por las huellas de manos que permanecen en las paredes, sino también por el entorno histórico que rodea el lugar, lleno de edificios coloniales, iglesias y plazas que son testigos de la rica historia de la ciudad.

El Callejón de las Manitas, aunque ahora parte del tejido urbano de la moderna San Luis Potosí, sigue siendo un lugar que invita a la reflexión sobre los oscuros y fascinantes relatos del pasado. Y aunque las huellas de las manos han permanecido en sus paredes, también persisten las historias de las almas que aún parecen recorrer el callejón en las noches más oscuras.

Leyenda:

Eran los años de 1850 en la ciudad de SLP,  procedente de Nuevo León, el padre Antonio Gómez González  se encontraba residiendo para dar clases en el antiguo Colegio Guadalupano Josefino, ahora la (UASLP) y quien era muy querido por la comunidad por su vocación de enseñanza.

Sin embargo esa vocación se transformaría en un ímpetu por server y evangelizar lejos de las bibliotecas y los salones de clases, por lo que aprovechando sus vacaciones un día de noviembre de 1850, el padre viajo a San Miguel el Grande y Tierra Nueva. Para esta industria se hizo acompañar por dos jóvenes muy pobres llamados Manuel Salas y Cruz Castañeda, quienes le apoyaban y servían fielmente.

Tras haber pasado cerca de un mes y medio de su viaje, se decide regresar a San Luis Potosí, pero por alguna razón que nunca se supo, este decidió residir en una casa ubicada en el callejón de la Alfalfa en ya inexistente Barrio de la Alfalfa. A su llegada el 13 de enero de 1851, el padre se dispuso a tomar un descanso mientras que los jóvenes salieron a disfrutar la noche en los comercios que la ciudad ofrecía, tras regresar se encontraron una horrible escena ya que el padre Gómez había sido asesinado a sangre fría.

De inmediato comenzaron a solicitar ayuda y al encontrase cerca del Hospital y Cuartel Militar, varios soldados y enfermeros acudieron a prestarle auxilio, pero lamentablemente el padre ya había fallecido.

Al principio los jóvenes simplemente relataron que al llegar habían encontrado el padre ya muerto, sin que pudieran ver al o los asesinos, pero la gente comenzó a sospechar de ellos.

Diferentes autores manejan dos versiones, la primera es que con presiones hicieron que ambos se culparán entre sí para reconocer que ellos habrían asesinado al padre Gómez a causa de los malos tratos que este les daba, por lo que decidieron vengarse de él. Otra versión es que realmente fueron siempre inocentes pero la presión hizo que ambos se echaran la culpa.

Lo único cierto es que ambos fueron condenados a ser colgados en una Plaza Pública. Pero además del castigo por ley, se decidió cortar las manos a ambos cuerpos y colgarlas en la cometió el crimen con un letrero que decía “Por asesino sacrílego”

Ahí estuvieron por varios días, por lo que la gente comenzó a referirse al lugar como “El Callejón de las Manitas”. Una vez retiradas parecía que todo seguía con la normalidad, pero la gente comenzó a decir que a veces se veían las manos de los muchachos colgadas en la pared, o al propio padre recorriendo el callejón.

Con el tiempo la casa fue vendida y todo el terreno expropiado para dar paso a la moderna ciudad de San Luis Potosí, el Callejón actualmente no existe y su ubicación actual sería la parte trasera del Hospital Militar que está por el Santuario. Ante la demolición del callejón, nunca más se volvieron a ver las manos colgadas, pero hay gente que dice que a veces se puede ver como manos volando en el cielo o bien la silueta de un hombre que parece quedarse estática todo el tiempo.

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