En su primer viaje fuera del Bronx, Yankees no fue cortés en casa ajena. Entró con los maderos llenos de pólvora al PNC Park y derrotó 9-4 a Pirates, en una tarde espesa de nubes, como si el cielo de Pittsburgh supiera que algo importante estaba por escribirse.
Fue el juego 1,000 de Aaron Judge en Grandes Ligas, y nadie parecía más consciente de eso que el propio capitán.
Judge, que ha hecho de su swing su forma de liderazgo, disparó su sexto cuadrangular de la temporada y llegó a 17 impulsadas. Ningún jugador en la historia había combinado esas cifras en los primeros siete encuentros de una campaña. Ninguno. No Babe Ruth, no Mickey Mantle, no Barry Bonds. Sólo el actual capitán neoyorquino.
Judge no sólo se esfuerza con el bat, con el guante sigue regalando atrapadas que bien podrían valer un guante de oro a su ilustre carrera.
El venezolano Oswaldo Cabrera, firmó una tarde dorada con cuatro producidas. Es la segunda vez en su carrera que alcanza tal cifra. Lo hizo con más destreza que fuerza.
Al otro lado, Mitch Keller fue castigado. Recibió ocho imparables y siete carreras limpias. Pirates intentó resistir, pero cuando los bates de Yankees se activan en cadena, el triunfo es casi inevitable.
La ofensiva de Nueva York ya acumula 23 cuadrangulares. El mote de Bombarderos del Bronx vuelve a tener sentido.
Hoy por la tarde se encuentran de nuevo estas dos organizaciones con Marcus Stroman lanzando por Yankees y Bailey Falter por Pirates.
